U.G. Mauro / La Capital
"A este Cosquín lo vi tan cascoteado como el país, pero también como queriendo renacer después de tanta privatización. Espero que se cumpla el deseo de la Comisión de Folclore de no privatizarlo nunca más y que de a poco vuelva a ser lo que siempre fue", expresó el armonicista rosarino Franco Luciani, flamante ganador del premio Revelación 2002 del recién finalizado festival mayor del folclore. Luciani, un estudiante universitario de música que acompañó a diversos artistas locales, sorprendió a todos en sus actuaciones en la "capital del folclore", al punto que hasta el lunes debió cumplir actuaciones en peñas como las de Los Carabajal o la de Los Coplanacu, pero también en el recinto más exclusivo de la mítica confitería La Real de Cosquín, histórico punto de reunión de los mejores poetas y músicos del género. "Esto no empezó para mí solamente, sino también para mi grupo, La Tropa", expresó el músico. -¿Cómo viviste todo lo que te ocurrió? -El hecho de llegar a la final del Pre Cosquín fue una sorpresa enorme y nos había dejado conformes; ganar la final no tenía nombre porque significaba sí o sí un lugar en el escenario en horario televisado. No pensaba en ganar el Revelación, pero durante la semana nos llegaron algunos comentarios. -¿Con qué repertorio llegaste al festival? -En las jornadas del Pre Cosquín toqué "Juntando mistol", un gato de Sixto Palavecino y Felipe Corpos; "La pomeña", de Cuchi Leguizamón; "La añera" de Yupanqui y Nabor Córdoba, y "Canción del jangadero", de Dávalos, fueron los cuatro temas que hice durante los Pre de Villa y en Cosquín y ya en el escenario mayor repetí "Juntando mistol" y "La añera" en el horario televisivo y fuera de éste toqué "La bilingüe", y "Galopera". -Tus estudios musicales no se relacionan con la armónica... -Estudio en la Escuela de Música de la UNR y en la Escuela Provincial de Música percusión sinfónica y batería. -¿De dónde viene lo de la armónica? -Nadie toca un instrumento con una intención predeterminada. Yo me encontré con la armónica y empecé a sacar temas hace mucho. Mi padre me aconsejó que le diera para adelante con esto y que escuchara a Hugo Díaz y a Totsie Eleman. Esto me costaba porque no se habían reeditado sus discos. -¿Se le otorga poco valor artístico a la armónica? -Hay gente que se pregunta cómo puedo tocar ciertas cosas con un instrumento limitado y debo decir que no es limitado ya que tiene las mismas voces que cualquier otro instrumento y tal vez más. -¿Cómo fue que tomaste el camino del folclore? -El primer paso musical lo di en el folclore tocando el bombo legüero sobre unos casettes de música infantil folclórica -Sixto Palavecino con el Coro de Niños Quechuas y Los Arroyeños-. -¿Sos compositor? -No puedo decir que sí; tengo algunas cosas sueltas hechas por ahí pero no me puedo considerar compositor. Lo que más me interesa es versionar de otra manera temas de otros. Lo que hacía Hugo Díaz, un músico a quien amo pero al que de ningún modo quiero copiar. -Sin embargo en Cosquín te definieron como un nuevo Hugo Díaz y hasta como un "Goyeneche de la armónica", ¿a qué lo atribuís? -(Risas) Lo de Goyeneche creo que puede atribuirse a que naturalmente tengo una tendencia a gesticular cuando toco con una sola mano o hago algún fraseo. -¿Qué valor tiene hoy el premio Revelación de Cosquín? -En una época era un pasaporte al disco, pero actualmente es algo así como "acá tenés el Revelación; felicitaciones, chau". Es un galardón valioso pero es como la suerte, hay que ayudarla. Lo que sigue es trabajar mucho. El premio da fuerza para seguir.
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