La prensa nigeriana calculó ayer en dos mil el número de muertos por el incendio que destruyó en la noche del domingo un cuartel militar de la ciudad de Lagos, mientras la Cruz Roja intentaba localizar a miles de desaparecidos. Según algunas informaciones, más de 20 mil personas, en su mayoría mujeres y niños, están con paradero desconocido desde el desastre, que causó pánico y el éxodo de cientos de miles de habitantes de las zonas aledañas, que huyeron en busca de refugio. Muchas de esas personas comenzaron a regresar a sus casas, donde en ocasiones falta algún miembro de la familia, perdido en la confusión causada por las explosiones que destruyeron gran parte de las instalaciones militares de Ikeja, área industrial del noroeste de la ciudad. Quienes fueron evacuados o huyeron de sus hogares por temor a que las bombas y los misiles almacenados en el cuartel pudieran alcanzar zonas residenciales, culpan ahora a los militares por la catástrofe y piden compensaciones económicas por los daños. Aunque el primero en culpar de "negligentes" a los militares fue el propio gobernador de Lagos, Ahmed Tinubu, el gobierno federal nigeriano, bajo presión para deslindar responsabilidades, repite desde ayer que "el incendio fue accidental". Tinubu, quien puntualizó que la mayoría de los muertos son niños, dijo a los periodistas que "las Fuerzas Armadas son responsables porque deberían retirar de Lagos el depósito de municiones". Las dos cámaras del parlamento nigeriano formaron sendas comisiones investigadoras, que convocarán al ministro de Defensa para que explique el grado de responsabilidad del Ejército en el desastre de Ikeja. Pese a las acusaciones contra los militares, portavoces de la policía informaron que el incendio en el arsenal, a cuyo alrededor hay suburbios de trabajadores y barrios humildes, comenzó en un mercado callejero, se propagó a una gasolinera cercana y luego a las instalaciones militares. (Télam)
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