"Esto es simple: si el diabético que se trata sólo a base de insulina no se inyecta la medicación, se muere". Así, la presidenta de la Asociación Regional de Ayuda al Diabético, Claudia Müller, reclamó que "el gobierno tome resoluciones urgentes para que no haya un desabastecimiento porque de otro modo no van a alcanzar las camas de los hospitales". En Rosario, el 10% de la población padece esta enfermedad y el 1% es insulinodependiente, que se tratan mayoritariamente con insulina humana. Si bien ahora los hospitales municipales y provinciales están "medianamente abastecidos" con insulina animal, escasea la del tipo humano. "Desde el 16 de diciembre a esta parte, la situación de los enfermos de menores recursos es desesperante y para algunos fue un calvario", aseguró la titular de la entidad.
Lo cierto es que hoy en la sede de la asociación (Lavalle 2035) se repartirá insulina de tipo humano gratuitamente. Los pacientes deben acercarse hasta el lugar con la receta médica, de 9.30 a 16, y recibirán un frasco del medicamento. "Esto es sólo un parche", aseguró Müller, quien explicó que "a algunas personas un frasco les soluciona el problema por una semana o quince días, según la dosis diaria que necesiten".
Aunque la situación parece haber mejorado en los hospitales públicos, el panorama no parece despejarse en el Pami. "Para los jubilados el hecho de que las farmacias no les den la insulina es terrible y todo empeora porque cada vez viene más gente a pedirla. Además, recibimos reclamos de personas que necesitan la medicación y que no la pueden conseguir porque sus obras sociales les deben a las farmacias", contó Müller.
Para la titular la asociación, "si las donaciones se cortan, no van a alcanzar las camas de los hospitales". Es que si un paciente insulinodependiente no tiene la medicación comienza a tener síntomas como dolores de estómago, vómitos y empieza a deshidratarse, entonces tiene que ser internado y puede terminar en un coma diabético.
Desesperación
"Cuando comenzó la gran faltante de insulina a mediados de diciembre la gente se desesperó y para algunos fue un calvario", contó Müller. Lo cierto es que ante las noticias de que era complicado conseguir el medicamento, algunos compraron muchos frascos para no quedarse sin y otros redujeron sus dosis.
"La gente que tenía recursos salió desesperada a comprar toda la insulina que podía para no quedarse sin la medicación. Otros, en cambio, se ponían menos cantidad en cada dosis para ahorrar, por eso había mucha gente descompensada que estaba al borde de la internación", contó la presidenta de la asociación.
Hasta hubo mamás que por temor a quedarse sin medicación achicaron las dosis de sus hijos e incluso hubo casos de chiquitos diabéticos que terminaron internados por estar descompensados.
La situación de los niños es más delicada porque "al estar en plena etapa de crecimiento y ser más activos que los adultos siempre necesitan una dosis mayor de insulina". Y los casos más "terribles" para la presidenta de la asociación son los de los chicos que comen en comedores escolares al mediodía y que por la noche tienen "tremendos bajones de azúcar" porque no cenan.
"La gente pasó por cosas muy tristes", dijo Müller, quien aseguró: "No es fácil deambular por todos lados pidiendo medicamentos y tratando de certificar que se es pobre y que no se pueden gastar 50 pesos en una farmacia para comprar un frasco de insulina".