Cada noche unas 40 personas pernoctan en rigurosa fila por orden de llegada ante el consulado de Italia, en Oroño y Montevideo. Los fines de semana, incluso, pasan apostados más de un día. Se llevan reposeras, mate y sandwichitos, y a la mañana siguiente se desperezan, listos para emprender sin riesgos la ansiada tramitación del pasaporte italiano que les facilitará el éxodo.
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