Año CXXXV
 Nº 49.372
Rosario,
domingo  27 de
enero de 2002
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Análisis: López Murphy y el cacerolazo por derecha

Hernán Lascano / La Capital

El fervor que generó la conferencia de Ricardo López Murphy en la Fundación Libertad el miércoles pasado, cuando fue aclamado por 400 rosarinos, recordó el entusiasmo de otra muy similar. La había pronunciado el mismo protagonista el 17 de marzo del año pasado mientras era ministro de Economía. Aquella vez 500 hombres de negocios lo aplaudieron de pie en la Bolsa de Comercio porteña. Les acababa de explicar cómo se realizaría el ajuste de 1.962 millones de dólares. La receta era recortar salarios y generar despidos en el sector público, postergar pagos de jubilaciones, podar asignaciones familiares y afectar fondos para universidades y del incentivo docente.
Cuarenta y ocho horas después el disertante ovacionado era el ex jefe del Palacio de Hacienda. Su plan había hecho renunciar a cuatro ministros y quebrado la coalición de gobierno. Los gobernadores oficialistas y opositores le dieron la espalda y todas las centrales sindicales convocaban a un paro general. En todo el país se multiplicaban movilizaciones contra los anuncios. El plan económico y su autor se hundieron bajo el temblor.
Nueve meses después de aquellos hechos le tocó el turno al presidente que lo había designado ministro. Esta vez salían a la calle los castigados por una recesión imparable y los dueños de los depósitos confiscados. Muchos votaron el programa de la Carta de los Argentinos que hablaba de "recuperar el empleo" y "acabar con la usura internacional".
El miércoles pasado López Murphy hizo un discurso encendido en el que, sin entrar en detalles sobre el modo de salir de la crisis, dejó en claro cómo para el liberalismo la doctrina económica se desenvuelve en un campo autónomo, hasta ajeno, respecto de los avatares de la sociedad civil. Casi no hubo mención a las causas de los estallidos sociales. Lo que sí hizo fue atribuir la imposible implementación de su plan -fue especialmente lapidario con Alfonsín y Moreau- a la falta de apoyo institucional .Como si de haber obtenido ese respaldo la gente no se hubiera lanzado a la calle reaccionando al ajuste.
López Murphy denunció que "hay quienes están proponiendo dar vuelta la democracia representativa". Discurso paradójico en alguien que llegó a ministro de un gobierno con un programa opuesto a lo que la gente había elegido.
Frente a una pregunta, sobre si la misma clase política que hundió al país en la crisis podrá sacarlo de allí, optó por situarse del lado de afuera. "Claro, usted no cree que lo que fue foco infeccioso sea factor terapéutico". López Murphy habló más de política que de economía. Dijo que si el actual gobierno no generaba los cambios que a su juicio el país precisa esos cambios "los haremos nosotros". Se negó a a anunciar quiénes integran ese sujeto político al que denominó "nosotros". Pero en un país de 36 millones de habitantes, dentro de las reglas del sistema, necesitará un sustento mayor que el de quienes lo vitorearon aquella vez en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. O el miércoles pasado en Rosario.


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