La devaluación del peso abrió un nuevo escenario para la mayoría de los sectores de una economía, empeñada durante una década en trabajar en dólares. En este marco, y en busca de un reposicionamiento frente a la realidad de estas horas, las compañías petroleras, y aquellas que industrializan sus derivados, decidieron readaptar las reglas de juego imponiendo nuevas condiciones a quienes les compran. De esta forma, hay dos áreas que se vieron afectadas directamente: plásticos y transporte. En ambos casos, el financiamiento se esfumó y hoy sólo se puede recibir combustible o insumos contra pago contado y en muchos casos sólo en billete verde. El problema se agrava si se tiene en cuenta que ambas actividades proveen bienes o servicios a agentes económicos que estiraron sus plazos de pago. El resultado es un costo financiero que estrangula y paraliza toda la cadena de producción.
Al respecto, Fernando Lastra, titular de la Cámara del Plástico, explicitó que "hoy, si se quiere comprar insumos a las petroleras se necesitan billetes verdes sobre el mostrador".
El directivo indicó que los insumos básicos son commodities, los nacionales son polietileno y polipropileno, mientras que el resto en su mayoría son importados. Por ejemplo, la fibra de vidrio y las resinas especiales vienen de Brasil. En resumen, casi todo dolarizado.
El directivo empresario señaló que antes de la crisis "había financiaciones de hasta 180 días, pero eso es pasado". Agregó que "la actividad está sumamente golpeada, y además el plástico es una industria de industrias, que no nos pueden pagar".
De todas formas, la ley de la oferta y la demanda está funcionando y las petroleras están flexibilizando su posición a partir de un hecho inapelable: nadie les puede comprar en las condiciones que exigen.
En ese sentido, el caso de una importante empresa local que fabrica productos plásticos para el hogar es un buen ejemplo de lo que pasó en el último mes, marcado por un cambio casi diario de condiciones de negociación.
Fuentes del sector describieron la situación que se vivió en las últimas semanas. Durante los primeros días del mes las petroleras dejaron de venderles insumos aduciendo que no tenían precio, además decidieron que los cheques a fecha que habían recibido como pago por entregas anteriores de mercadería se pasaban a dólares. Con esto, un empresario que creía haber saldado su deuda se encontró con que aún seguía debiendo.
Unas dos semanas atrás, la exigencia fue el pago por anticipado para entregar. Ahora, la condición es efectivo contra entrega de la mercadería, y en cheques se aceptan sólo los certificados. Los precios se mantuvieron en dólares, lo que sí fue cambiando con el correr de los días fue la paridad a la cual las petroleras aceptaban los pesos.
Inicialmente se exigió la paridad 1,40 peso por dólar, hace una semana se pasó a 1,32 y ahora estarían por ofrecer 1,29. Es más, también se están empezando a aceptar bonos: los Lecop se toman a 0,90 y los Patacones a 0,95. La razón de este retroceso es muy simple: ninguna empresa esta en condiciones de pagar, una situación que se mantiene hasta estas horas.
Además, el sector plástico necesita insumos que son provistos por muy pocas empresas que trabajan de forma casi monopólica. Por ejemplo, el polietileno y el polipropileno necesario para la elaboración de la inmensa mayoría de los artículos de plástico de uso cotidiano son provistos por dos empresas argentinas: Petroquímica Cuyo, del grupo Pérez Companc, y Petroquén (una marca de Petroquímica Ensenada) que pertenece a Repsol. También operan, pero importando, Bayer y Dow, aunque ya en la época del uno a uno era poco negocio por los costos de flete y despachos y ahora mucho menos.
Pisar la manguera
Otro sector que está sufriendo las nuevas reglas impuestas por las petroleras es el del transporte. Al respecto, Enrique Corsiglia, titular de Fadeeac (Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas), indicó que "con la devaluación, las petroleras habían aumentado los precios a los transportistas un 11 por ciento, después el gobierno intervino y se dio marcha atrás con esa idea".
Por eso, el problema hoy por hoy no pasa por el precio sino por la financiación y los plazos de pago que se han acortado a cero. El dirigente explicó que "la entrega de combustible es contra pago al contado, cuando antes se liquidaba a los 60 días, ahora lo máximo que puede sacar un gran comprador son 15 días o un cheque a corto plazo".
Corsiglia advirtió que esta situación empeora, si se tiene en cuenta que "los principales dadores de carga pagan a 120 días, por eso los transportistas cargan con un costo financiero intolerable".
El impacto golpea mucho más fuerte en los transportistas más pequeños. Un transportista grande, con tanques propios, para acceder a una cuenta corriente con una petrolera debe contar con avales suficientes como la hipoteca de propiedades, por ejemplo. Los más chicos, al no poder acreditar ese respaldo, normalmente accedían a una financiación limitada comprándole a los más grandes. El dirigente transportista señaló que ahora este sistema se cayó y los de menor espalda "tienen que ir a comprar a una estación de servicio como hace cualquiera con su auto".