Cuando Domingo Cavallo obtuvo el último préstamo del FMI en agosto de 2001 se encontró con la oposición inicial del Secretario del Tesoro de los EEUU, Paul O'Neill, y de la delegada de ese país en el FMI, Anne Krueger. En esa ocasión O'Neill condenó la política de rescates masivos a los países con problemas de deuda pública externa, expresando que no era tolerable que se dilapidara el dinero que los plomeros y los carpinteros norteamericanos pagaban como impuestos, en préstamos que estaban destinados, finalmente, a salvar a prestamistas que cobraban hasta el 40% de interés a los países deudores.
En realidad, O'Neill no hacía más que ejecutar la política que el Partido Republicano venía preconizando desde la oposición durante los mandatos de Bill Clinton. Dicha política puede sintetizarse en un primer punto esencial: no más préstamos masivos que terminan salvando los créditos de los prestamistas que cobran intereses altísimos.
El ex presidente del Banco Central, Javier González Fraga, explicaba el trasfondo del cambio de la política norteamericana en estos términos: "O'Neill es el primer secretario del Tesoro que en muchos años no responde a Wall Street"; y Roberto Alemann, ex ministro de Economía en época de la dictadura, decía: "O'Neill piensa como un industrial acostumbrado a negociar frente, y no al lado de los bancos...piensa como lo haría un deudor corporativo (empresario), pero los bancos no se lo van a avalar".
Se manifestaba así el trasfondo del enfrentamiento que en el centro del sistema capitalista globalizado, tomaba -al decir en ese momento de Cavallo- a la Argentina como "conejito de indias". El gran capital industrial superconcentrado y políticamente de ultraderecha que representa O'Neill se había decidido a implementar una política frente a la burbuja de las finanzas globalizadas radicalmente distinta a la dominante en la etapa anterior de Michel Camdesus y Stanley Fischer.
La señora Krueger
Así fue como Anne Krueger fue nombrada para ejecutar en el FMI la nueva política. Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía al mes siguiente, escribía en septiembre sobre esa designación de Anne Krueger, destacándose de sus dichos dos puntos esenciales:
1) La coincidencia de Krueger con la política de oposición a los rescates masivos.
2) La proposición de una "liberalización comercial poco juiciosa sin las precondiciones adecuadas" como condición para los préstamos del FMI, que pasaron a depender de "políticas sustentables" en vez de "condicionalidades" como en la etapa anterior.
Para terminar con los rescates masivos, O'Neill y la Krueger empujaron el default argentino. En apretada síntesis, ella propuso y propone una convención internacional sobre quiebras que arranque con una declaración de default más temprana que tardía para evitar males mayores, una suspensión de todos los pagos y de los procesos de ejecución, un proceso de verificación de créditos, el control de cambios temporario incluyendo la prohibición de remisión de utilidades y dividendos de compañías extranjeras al exterior hasta la finalización del procedimiento, debiendo depositarse esos montos en un fondo fiduciario mientras tanto y la propuesta de una acuerdo de pago que como en toda convocatoria tendrá una quita en el capital y una espera para el cobro. El FMI otorgará créditos sólo para recomponer reservas de los bancos
centrales, nunca para pagar a acreedores. Como la convención sobre quiebras internacionales no podrá estar lista antes de dos o tres años, según reconoce ella misma, no alcanzará para resolver los problemas de Argentina y Turquía. Para Argentina ya había trascendido que el Tesoro de los EEUU se proponía dentro de un posible acuerdo con los acreedores, luego de la necesaria declaración de default, intervenir con un "amicus brieff" (alegato del amigo, tercería coadyuvante en nuestro derecho) en sus propios tribunales en favor de la Argentina, para evitar que los "fondos buitres" produjeran embargos que frustraran el acuerdo.
Cavallo se negó categóricamente a esa propuesta y calificó a Charles Meltzer de "hijo de puta" que quería usar a la argentina de conejito de indias. Meltzer es el economista que produjo para el Senado de EEUU un informe en marzo de 2001 que propone el fin de los paquetes de rescate y que para agosto proponía el default argentino. Cuando finalmente se produjo el default este economista dijo: "Y O'Neill también salió victorioso".
El costo del déficit cero
Hasta este punto del análisis queda en claro que la estrategia de O'Neill-Krueger, ante el rechazo de Cavallo y De la Rúa, fue obligar a cumplir a la Argentina con las condiciones pactadas en agosto, es decir el déficit cero. Ellos sabían que la política del déficit cero solo era practicable por "el hambre y la sed" de los argentinos pero para asegurarse el default al hambre y la sed
que conducían al estallido social, agregaron la corrida contra los depósitos protagonizada por los grandes especuladores, que entendieron perfectamente el mensaje de Krueger: no habría más préstamos para Argentina ni rescate alguno. El 27 arrancó la corrida y 30 de noviembre había muerto la convertibilidad con el nacimiento del corralito. El default declarado por el patético y breve presidente Rodríguez Saá, fue sola una formalidad.
Así las cosas, la nueva política del FMI impulsada por los EEUU exige para nuevos préstamos de la presentación de un plan "sustentable" que debe ser elaborado por los propios argentinos (pues ellos mismos siguen sin tener una receta).
Para acceder al apoyo del FMI el gobierno argentino tiene grandes dificultades. En primer lugar pretende, continuando con la política de la alianza con las finanzas a pesar de la proclamada nueva alianza con la producción, pagar el escandaloso canje de la deuda interna que concretara Cavallo y que aseguró el pago del 100% del capital con un interés del 7% anual (el 2,5% es el de la Reserva Federal de EEUU), evitar el retiro de depósitos y salarios con el corralito y compensara los bancos por la devaluación. Decía la Krueger: "La deuda pública interna puede muy bien ser incluida en cualquier renegociación...los acreedores externos están menos dispuestos a acordar una reducción en el valor de sus propios créditos si saben que los inversores nacionales están al mismo tiempo cobrando en mucha mayor proporción". La pretensión de proteger a los acreedores del canje interno en desigualdad con los acreedores externos, parece no sólo un obstáculo que cualquier tribunal de quiebras estadounidense consagraría, sino una verdadera ingenuidad.
En segundo término, cualquier sistema de cambio dual, como el actual, es una herejía para la política de liberalización absoluta y sin "precondiciones suficientes" al decir de Stiglitz, que preconiza la Krueger, pues se sospecha que se utilizará como forma de proteccionismo comercial.
Cualquier compromiso, aunque no sea inmediato, de liberalización total del comercio -por ejemplo el Alca- supone el fin de los restos empresariales que patéticamente representa la UIA y De Mendiguren en el gobierno. Además, el renovado FMI exige finanzas equilibradas, reducción del gasto en salarios y parece que también la privatización de los restos de la banca estatal. Todas las medidas "sustentables" para el organismo, pero suicidas para la Argentina.
La declarada intención del gobierno de firmar un nuevo acuerdo con el FMI "sustentable", choca con una política internacional de EEUU que sobre los efectos devastadores que produjo con la hegemonía financiera y la globalización total de las finanzas, agregaría ahora la de la liberalización total del comercio (ruptura del Mercosur e incorporación al Alca) cuyo acto final será por lógica, el establecimiento de una moneda única: el dólar.
Ayer fueron los paquetes de rescate y la condicionalidad de los acuerdos con el FMI en beneficio de las finanzas usurarias globalizadas y hoy los planes sustentables de los monopolios del complejo "militar-industrial" de los EEUU. A pesar de las declaraciones, continúa el matrimonio de los dos partidos principales argentinos con el capital financiero, la usura; mañana, el mercado único y la moneda única. Los políticos en la defensa de sus propios intereses corporativos marchan a someterse una vez más a los dictados del FMI.
Aprietes para ajustar
El director del FMI,nos dice que deberemos sufrir aún más y el editorialista del Wall Street Journal nos amenaza con el destino de Haití, esta amenaza debe tenerse en cuenta, pues significa la de un bloqueo no declarado.
La Argentina no pudo cumplir con las exigencias de las finanzas globalizadas luego de ser saqueada; tampoco podrá adaptarse a las del nuevo bloque hegemónico que representan O'Neill y la Krueger. Sólo puede encontrar su destino de recuperación de la economía y la dignidad en lo que el gobernador Reutemann acaba de llamar "estado de asamblea pública permanente"; parafraseando aquello de que la guerra es algo muy serio para ser tratado por los militares, diremos que la deuda externa y las relaciones con el FMI son algo muy serio como para que lo resuelvan los políticos y los economistas; sólo una decisión directa y discutida del pueblo, podrá enfrentar con éxito a los intereses que nos acosan.