Darío del Arco
El desmadre económico y la lenta generación de ideas para desactivar el polémico "corralito" financiero mantienen paralizado al presidente Eduardo Duhalde. Los propios funcionarios de gobierno reconocen que la coyuntura "impide" tomar decisiones políticas de fondo que, a 25 días de ejercer el poder, Duhalde desearía ejecutar, en un intento por domar la crisis inédita que afecta a la República. Ante el dificultoso escenario, los políticos se conforman con resaltar la marcha del "Diálogo Argentino" y algunos avances en el proyecto de reforma política sobre el que se trabaja en el Ministerio del Interior. De cualquier manera, y aunque elogian sin medias tintas el proceso de diálogo, la mayoría es consciente de que sus eventuales resultados están destinados a "influir" en el futuro, pero no tienen incidencia cierta en la resolución de los problemas de la "inmediatez". Nadie, en su sano juicio, puede soñar con que el proceso patrocinado por la Iglesia se convertirá, como por arte de magia, en soluciones para los desocupados, para los jubilados, para los que menos tienen o para quienes están enjaulados en el corralito. Tampoco puede pensar que el escenario montado por la Iglesia puede servir -a pesar de los esfuerzos- para desactivar el malhumor que embarga a aquellos que el viernes por la noche llenaron varias calles de la Argentina, cacerola en mano, en el marco de la primera manifestación no espontánea durante el gobierno de Duhalde. En la Rosada deben saber que el dolor y la bronca de todos aquellos que manifestaron sólo se puede empezar a mitigar con medidas políticas de fondo. En el gobierno aguardan con ansiedad la aprobación del presupuesto nacional. Dicen que, a partir de allí, podrán comenzar a ejecutar los planes alimentarios, el programa de emergencia sanitaria y los subsidios que llegarán a jefes y jefas de hogares sin empleo. Pero, hoy en el país, hay gente que reclama comida. Y lo hizo pacíficamente el viernes frente a los supermercados porque el Estado ha sido incapaz de asistirlos con la celeridad que la situación reclama. Para mucha gente, la promesa de alimentos, medicamentos y planes sociales, aún de la propia boca de Hilda "Chiche" González de Duhalde, es todavía eso: una promesa. Sin planes sociales inmediatos, la Argentina podría convertirse en una verdadera olla a presión, con chances de explotar. Duhalde, entonces, debe comenzar a percibir que, si se mantiene en estado de parálisis política, su tiempo en la Casa Rosada ingresará, inexorablemente, en una peligrosa cuenta regresiva. Tener la agenda llena de audiencias, no significa gobernar. Y, en su estado actual de pre-anarquía, la Argentina necesita ser gobernada. Mientras algunos en el Ejecutivo imaginan lo que podrán hacer, la preocupación radica -en muchos- en lo que hacen. A casi un mes de haber asumido, Duhalde dispuso la formal devaluación del peso y la muerte de la convertibilidad pero no consiguió, a través de su ministro Jorge Remes Lenicov, articular un mecanismo claro que exhiba a los argentinos cuál es la autopista que el presidente eligió transitar. Marchas y contramarchas, severos y peligrosos agujeros jurídicos, discriminaciones e injusticias se pueden percibir en los movimientos económicos. Todo esto hace pensar que Duhalde -recostado mayoritariamente sobre el peronismo bonaerense- aún no tiene en claro hacia dónde ir y que busca, desesperadamente, una receta. Muestra de ello es que el presidente aceptó absolutamente todos los ofrecimientos que le hicieron desde el exterior para enviarle "expertos" en catástrofes económicas y financieras. Es por eso que, desde hace varios días, técnicos de Filipinas, México, Brasil y Chile, entre otros, se dan cita en un piso del Ministerio de Economía para estudiar los números finos de la economía nacional. "Estoy abierto a todo, tráiganme propuestas", le escucharon decir en las últimas horas al propio Duhalde. Es más, no faltan quienes creen que las próximas medidas económicas "dependen" estrechamente de las recomendaciones que los técnicos le hagan al bonaerense. "Ellos dirán qué es lo conveniente", admiten en la Casa Rosada sin ponerse colorados y, sobre todo, sin negar que, a pesar del esfuerzo, Duhalde y Remes no terminan de definir el andarivel por donde correr. Mientras le inyecta energías a sus economistas, Duhalde ha resuelto no hablar al país o no conceder entrevistas -más allá de su nuevo micro radial- hasta tanto no tener medianamente resuelto el tema del "corralito", que tanta furia ha volcado por las calles en las últimas horas. Por ahora, sólo se contempla que, si las cosas no empeoran, Duhalde podría mostrarse en cámara para hacer una suerte de balance al cumplir el primer mes de gestión. Mucho podría decir allí Duhalde de cómo le fue entregado el gobierno por Fernando de la Rúa, de los 12.000 millones de dólares de déficit fiscal, de los problemas sociales, de la moneda muerta. Más complicado sería explicar, claro, por qué abandonó la palabra empeñada respecto de que devolvería los depósitos en la moneda de origen, o por qué cede ante los reclamos de los bancos -en desmedro de ahorristas y deudores-, o por qué no hay aún un verdadero plan económico, o bien por qué no ha podido todavía sentar los cimientos de lo que él quiere que sea su "modelo" de gobierno. O, lo que es más: por qué permite que, absolutamente todas las actividades económicas, sigan en punto muerto como se las entregó el ex presidente radical. Nadie pide magia pero, en un mes, Duhalde debió haber marcado, al menos, cuál es su norte. Mientras la realidad azota, el canciller Carlos Ruckauf viajará mañana a los Estados Unidos y luego a Europa, en un intento por buscar un paraguas para la Argentina. El ministro no irá, pese a lo que estaba previsto, acompañado por Remes Lenicov. Los problemas de la economía doméstica, la necesidad de definir el presupuesto y la polémica de los últimos días con las máximas autoridades del FMI parecieran recomendar un recreo, antes que tomar un avión con destino a Washington. En la Rosada no quieren, obviamente, profundizar los chisporroteos con el FMI. Saben que cualquiera de las alternativas que en la sede del Palacio de Hacienda se manejan para la economía argentina es inviable, o casi inviable, sin una ayuda externa.
| El viaje de Ruckauf a EEUU puede ser trascendental. | | Ampliar Foto | | |
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