Año CXXXV
 Nº 49.372
Rosario,
domingo  27 de
enero de 2002
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Hugo Bianchi ya transitó la futura traza a Entre Ríos
A los 94 años cumplió el sueño de cruzar en auto hasta Victoria

Sergio Roulier / La Capital

A don Hugo Bianchi se le cumplió el sueño a los 94 años: el de cruzar a Victoria por una ruta. Es que fue uno de los primeros impulsores de la conexión física entre Rosario y la provincia de Entre Ríos. Y hoy es uno de los pocos que ya pudo viajar desde la isla Deseada hasta la otra costa por la futura traza. La concesionaria le permitió desandar el trayecto sobre la zona de islas ya que el puente principal no está terminado, algo que está reservado para la empresa y la policía entrerriana, y que La Capital ya recorrió el mes pasado.
Bianchi debió cruzar el canal principal en balsa y desde allí partió en auto hasta Entre Ríos. Atravesó tramos de arena firme, sectores listos para asfaltar y los 17,5 kilómetros ya pavimentados. Vio cómo se modificó el paisaje de las islas, contempló a lo lejos el campo de su propiedad en el medio del inmenso delta y sintió la emoción de observar el paisaje de Victoria desde la nueva ruta. Del otro lado del río, compartió con viejos amigos las sensaciones de la inédita experiencia.
Este hombre casi centenario fue uno de los gestores para que prendiera la idea de unir con un camino ambas costas. Le costó años y esfuerzos, entre visitas a funcionarios (civiles y militares), golpear puertas en los despachos y convencer a incrédulos acerca del proyecto. Tomó la posta de gente que ya lo venía haciendo a mediados del siglo pasado, como Humberto Canale o Eduardo Cúneo. Y formó parte de organizaciones o entidades que apoyaron la iniciativa, el Ateneo Angel Piaggio o el Complejo Regional Rosario-Victoria, entre otros.
Su sueño siempre fue llegar a Victoria. Antes lo había hecho en balsa bordeando los mojones de un canal que lo llevó en forma directa o cuando el río creció tanto que las tierras quedaron bajo el agua.
Esta vez lo hizo en auto, junto a su esposa Elena, uno de sus seis hijos, Claudio, y el ingeniero Carlos Palomeque, de la empresa Puentes del Litoral.
En relación a la obra, pudo observar lo avanzado de la conexión, en un 92 por ciento. Pasó por los doce puentes sobre la zona de islas que ya están terminados, miró de cerca el puente principal que cruza el río, al que le faltan cuatro metros para quedar unido, y se maravilló con los 17 kilómetros de la traza que ya son una verdadera ruta antes de llegar a Victoria.

Relatos de viaje
Durante el viaje, Bianchi habló poco. Se dedicó a contemplar a las vacas que descansaban bajo la sombra del puente, la inmensidad de la obra, o el infinito verde mezclado con los hilos de agua.
"Se ven menos pájaros que antes. Los chajá, los biguá o los patos han desaparecido", señaló.
Le llamó la atención cómo se modificó el paisaje con las nuevas lagunas que se formaron al costado del camino cuando se levantó el terraplén y el canal de navegación, que será cerrado por la empresa.
Después de haber recorrido cinco kilómetros, su hijo le señaló dónde estaba su campo. Aquel que compró en 1955 y al que desde hace unos años dejó de visitar.
"Esta zona es adecuada para la cría de hacienda y no para forestar. Se deberían traer algunas maquinarias para desmalezar y permitir acceder a los campos por las cinco bajadas que tiene la obra", apuntó.
Durante la travesía poco le importaron el polvillo y el agobiante calor. Don Hugo siguió atento las explicaciones del ingeniero y se detuvo en cada frente de obra.
Se emocionó al ver la silueta de los edificios de Victoria, a unos 25 kilómetros antes de llegar. Es que todavía quedan en su memoria las anécdotas de los días en que viajaba a Buenos Aires o Santa Fe para convencer a los burócratas sobre la conveniencia de la obra. "En un momento pensé que el proyecto por el que tanto se luchó no se iba concretar" confesó. Y al haber cruzado por la nueva ruta, respiró entre aliviado y satisfecho como si se tratara de un deber cumplido.
A la conexión vial le quedan sólo detalles para terminarla. Sin embargo, la situación económica y el congelamiento de los créditos hacia el país frenaron una línea financiera para que la empresa pueda avanzar más con la obra.
Los trabajos siguen, aunque a ritmo lento. La pavimentación está parada, se trabaja en la futura estación de peaje y en el acceso al puente principal. Ahora se duda sobre la fecha de inauguración. Hasta el año pasado se hablaba de junio próximo, pero la concesionaria tiene plazo hasta septiembre.
Ahora el desafío de don Hugo es estar el día del corte de cintas, algo que para él ahora se convirtió en una formalidad.



Ahora sólo le falta estar en el corte de cintas.
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