| | cartas ¿Qué pasa si cambiamos?
| Los cacerolazos unieron a las distintas clases sociales argentinas, tal vez más por el espanto que por las convicciones. Terminadas las protestas se volvió al individualismo. En Estados Unidos, cuando intentan cambiar el valor de un servicio público hacen campañas en contra de su uso. El usuario resigna su comodidad en pos de hacer prevalecer sus derechos y apoya, con alto grado de acatamiento. Si se trata del aumento de precio de un producto de consumo masivo el mismo negocio se encarga de comunicar a los clientes a través de letreros a que se abstengan de adquirirlos o el porqué de la ausencia en las góndolas de determinadas marcas. Y los compradores, mas allá del nivel económico que ostenten, privilegian el bien colectivo negándose a llevarlos. ¡Cosa que aquí no ocurre!, es más, los que tienen cierto poder adquisitivo llenan (por estos días) sus carritos con mercaderías hasta vaciar las estanterías de los supermercados. Creo que es hora de resistir los abusos y hacer prevalecer nuestra condición de ciudadanos, no comprando en los lugares que aumenten los precios, a la vez que "persuadir" (a fuerza de movilización y cacerolazos) a nuestros conciudadanos más remisos a ser solidarios, haciendo causa común con el que menos tienen; y exhortar a los titulares de comercios o grandes cadenas a no incorporar mercadería aumentada. Son preferibles uno o dos meses de desabastecimientos consensuados hasta que los precios se normalicen -evitando que nuestro sueldo se desvalorice-. Hoy no están dadas las mismas circunstancias que en 1989, esto termina en "todos contra todos". No nos hagamos los distraídos, no solo los "otros" tienen la culpa, asumamos nuestra responsabilidad. Ernesto Della Riva
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