Año CXXXV
 Nº 49.368
Rosario,
miércoles  23 de
enero de 2002
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Interiores: Astenia

Jorge Luis Besso

Con esta palabra se denomina un estado que la Real Academia caracteriza como "falta, o decaimiento considerable de fuerzas", sin más detalles, salvo su origen griego que quiere decir debilidad. Es decir que se trata de un padecimiento donde se combinan una serie de negatividades bastante bien descriptas con un sinónimo de decaimiento: se trata del más bien desconocido descaecimiento, que hace referencia a la flaqueza, la debilidad y a la falta de fuerzas y vigor en el cuerpo o en el ánimo.
En realidad habría que decir en el cuerpo y en el ánimo, ya que es más bien difícil que tengamos el alma exultante y el cuerpo hecho un flan aplastado, como también es más que difícil que tengamos el alma espachurrada y el cuerpo hecho un demonio o si quiera un cascabel.
A pesar de la proliferación actual de los divorcios, cuerpo y alma sintonizan con bastante frecuencia la misma onda, claro está, que el problema es que al mismo tiempo se requiere también sintonizar con el cuerpo y el alma del otro, a lo que hay que agregar el pensamiento y los padecimientos de cada uno, lo que torna bastante difícil la comunión de almas y cuerpos.
Todos estos obstáculos son borrados por el enamoramiento donde dicha comunión se alcanza y las comuniones son constantes, pero retornados con nuevos bríos en el desenamoramiento, lo que lleva a que la gente festeje el milagro de estar juntos o bien, circulen como almas en pena, asténicos de cuerpo y alma.
Años atrás se hablaba de un modo más o menos ligero y cotidiano de neurastenia, calificativo aplicable a alguien que desplegaba nerviosidad y desparramaba irritabilidad, convirtiéndose de este modo en un neurasténico estancado en un cuadro de fatiga crónica.
El término es introducido en el siglo XIX por el neurólogo norteamericano George Beard para designar un estado de fatiga psicológica y física vinculada a la modernidad industrial del Nuevo Mundo. Dicho así parece un pariente lejano del estrés contemporáneo que describe a un sujeto atribulado por la falta de respuestas a la proliferación de las demandas.
Con todo la neurastenia parece un sufrimiento más bien opuesto ya que se trata de las presiones interiores que no encuentran demasiada salida al exterior. Razón por la cual la astenia neurótica se la asociaba a problemas de la sexualidad, en especial a la masturbación, sobre todo compulsiva, en cuyo caso alcanzaba el rango de adicción.
Curiosa adicción la de la autosexualidad pues no hay un objeto visiblemente prohibido, ocultable, y por tanto no requiere ser comprado ni robado. La operación, sin embargo, es bastante fallida pues el tío o la tía quedan más cargados que descargados con lo que van por el mundo dando señales de su pesado interior.
En el menú de operaciones sexuales la masturbación nunca tuvo demasiado prestigio, ni muy buena prensa. Sólo recuerdo en este sentido, un poema de Salvador Dalí con una exaltación irónica de esa pseudopráctica, que se llama El Gran Masturbador y que está incluido en una antología de la poesía surrealista editada hace unos cuantos años.
De todas maneras el onanismo es un operativo interior con una ventana alucinada hacia el exterior que posibilita un placer al alcance de la mano, pero sin alcance para el otro.
Hay, con toda seguridad, mucha astenia explícita o implícita dando vueltas como consecuencia de las dificultades para resolver las presiones internas y externas, pero conviene recordar que la solución asténica de jugar más que nada con las fichas internas contiene el riesgo de convertir al sujeto en un adicto a sí mismo, lo que no deja de ser una epidemia contemporánea.


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