| | cartas Amor a la patria
| No muchos piensan seriamente en la patria en son de ponderarla, para quererla, amarla y sacrificarse por ella, inclusive. Lo cierto es que cuando impera la libertad en sentido amplio, el afán de trabajar honestamente por su perentoria necesidad; cuando se expresan las ideas y sentimientos sin tapujos, respetando derechos inalienables del ser humano pensante, se vive mejor, en un clima ideal, importante para la tranquilidad espiritual. Máxime si el corazón repleto está de esperanzas e ilusiones, a espera de días más felices que endulcen su vida inquieta y desconcertante en sinnúmero de casos. Loable es tener aspiraciones y no locas apetencias que a la postre irremisiblemente conducen a la ruina o al pauperismo. Se cumple con la patria tan sagrada, respetando la Carta Magna de un país culto y sensato, solventando leyes equitativas, y dando indiscutible privanza a la ética que tanta falta hace en nuestra vida de relación humana. Dicho en otros términos, haciendo de la decencia de vida, un baluarte inexpugnable. Patria, hogar y amor, configuran un trío de órdago, pleno de armonía, y modo de vivir con decoro y total bienestar. Felipe Zeinstejer
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