Marcelo Minichetti
El nombre de Eduardo Falú está asociado al de una galería de próceres del folclore argentino que surgieron al conocimiento popular a fines de los 50 y comienzos de los 60, cuando el fervor por la música argentina convocaba a legiones de amantes del género criollo. Con numerosos viajes por el mundo y un nombre que en geografías remotas como el Japón es tanto o más conocido que en su propia patria, este salteño que unió su destino al de una mujer rosarina hoy reflexiona con cierta acidez sobre los festivales de folclore y su relación con la ciudad que su amigo, el poeta Jaime Dávalos, definió como "la capital de los cereales". El guitarrista y directivo de Sadaic dialogó con Escenario desde su despacho porteño horas antes que comenzara la maratón de festivales folclóricos veraniegos que se inició en Jesús María. "Están prescindiendo de las figuras tradicionales en varios festivales -dijo-. Los primeros tenían más espontaneidad, más frescura. Todavía no había entrado la televisión ni los intereses de las grabadoras que después entreveraron demasiado las cosas con la economía y con la calidad artística. Se descalificaron un poco los festivales por la intromisión de esa gente", sentenció el compositor que le puso música al "Canto a Rosario" del poeta Jaime Dávalos. En diciembre último el músico recibió un homenaje que le brindaron sus pares rosarinos quienes ofrecieron un concierto integrado por obras de su autoría y que obligó al salteño a "bajar a Rosario" para participar de una reunión en la que se lo vio muy conmovido. "Me emocioné mucho porque todo lo que tocaron era del repertorio mío", confesó. -¿Hay algunos lazos particulares que lo unen con Rosario? -Claro. Mi mujer es rosarina (risas). Yo fui a Rosario con Jaime Dávalos después de la "Canción del jangadero". Era muy amigo de Arnoldo Ross y lo llevé a su librería y se aquerenció un poco en Rosario. Pero yo me había aquerenciado antes, porque me casé con una chica (Nefer) Fidelibus, que es rosarina. Así fue que después viajábamos constantemente a Rosario. -¿Se creó algún círculo que incluyera su actividad artística o solamente eran visitas familiares? -Existía la peña El Martín Fierro, donde tenía muchos amigos. Y también toqué varias veces en las dos salas más importantes de la ciudad: el teatro El Círculo y el Auditorio Fundación Astengo. -Y también tiene un disco rosarino. -Es cierto. Tengo un disco grabado con la Orquesta de Cámara Municipal que dirige el maestro Fernando Ciraolo. Fue la "Suite para guitarra y orquesta". -¿Las obras que hizo junto a Jaime Dávalos que refieren a Rosario y al Paraná, fueron compuestas en sus visitas a la ciudad? -Usted dice "El canto a Rosario". Jaime me dio los versos del tema que, seguramente los había escrito en Rosario y yo después le puse la música. Un día que volví de Rosario me lo dio y me gustó mucho ese canto porque era muy sustancioso. Habla de la inmigración, del pobrerío, del río. Es una poesía bien hecha. -¿Por qué no quería tocar en el homenaje que le brindaron los guitarristas rosarinos? -Andaba con un dedo mal, que no se termina de componer. Se me rompió una uña y no termina de crecer a tal punto que hace un tiempo, cuando vino a Buenos Aires John Williams con Paco Peña, que son amigos míos, me invitaron a subir al escenario y ahí nomás me alcanzaron una guitarra y yo ya estaba con este problema del dedo así que tuve que arreglarme como gato entre la leña (risa). -¿Como se sintió con el tributo que le brindaron los guitarristas locales? -Muy bien. Fue un festival con buenos intérpretes. Algunos, por supuesto, más evolucionados que otros con más técnica que otros. Pero estuvo muy lindo y se hizo con la sala llena. Me emocioné mucho porque todo lo que tocaron era del repertorio mío. -En este comienzo de año tan turbulento para la sociedad argentina ¿cómo cree que resultarán los festivales de folclore? -Creo que los festivales de verano van a estar disminuidos esta vez, salvo algunos, como el de Jesús María, que siempre estuvo bien organizado. Pero el de Cosquín no creo que tenga mucho entusiasmo como el que había antes, por razones obvias. Se ha metido mucho el comercio, la televisión y todas esas cosas y han echado a perder la frescura, la espontaneidad que tenía ese festival. Hoy Cosquín sólo es un negocio. Y luego está la situación de la gente. -¿Se refiere a que el público no tiene ánimo? -No hay mucho ánimo... Y no hay plata tampoco (risas). -En los festivales del 2002 se ven pocos nombres de los históricos del folclore como usted. -Ante la situación crítica en la que vive el país la cuestión de los festivales ha caído enormemente a tal punto que los contratos que se hacen en festivales como el de Cosquín no son del mismo tipo de los que se hacían antes. Según las noticias que tengo los artistas van a un porcentaje de las recaudaciones. -¿Por qué piensa que no convocan a figuras tradicionales como Suma Paz, Ariel Ramírez o a usted? -Supongo que puede ser que haya un poco de escasez de medios como para hacer un festival. Ellos también le tienen miedo a que el público no vaya porque la gente no tiene dinero. Eso creo que gravita mucho porque la gente no puede gastar casi nada. -¿Le parece que en las programaciones apuntan más a los grupos nuevos? -Yo creo que sí. Porque hay muchos nombres nuevos a los que ojalá les vaya bien. Están prescindiendo de las figuras tradicionales en varios festivales. -¿Sadaic apoyaría festivales folclóricos para que no desaparezcan? -Nosotros estuvimos haciendo un aporte con números artísticos en todo el interior del país. En Buenos Aires, en Corrientes, en el Chaco, entre otros. En los festivales comerciales no tenemos nada que hacer nosotros porque son empresas las que los manejan y Sadaic es recaudadora y debe cuidar la recaudación de los derechos. -Usted participó de los primeros festivales de folclore cuando eso significaba un premio para los artistas. -Sí. En Cosquín estuve en el primer festival del folclore. -¿Y qué piensa de lo que son los festivales de la actualidad? - Aquellos tenían más espontaneidad, más frescura. Todavía no había entrado la televisión ni los intereses de las grabadoras que después entreveraron demasiado las cosas con la economía y con la calidad de los festivales. Se descalificaron un poco los festivales por la intromisión de esa gente. -¿Se considera creador de una escuela guitarrística? -Mire, hay tanta gente que utiliza mi obra y mi estilo que ya empiezo a creer que voy a dejar una forma de tocar entre los guitarristas del mundo. No solo acá sino en todas partes del mundo donde di seminarios interpretando mi obra siempre me pidieron partituras con mi forma de interpretar.
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