Corralito mediante, muchos creyeron que los rosarinos que no podrían veranear fuera de la ciudad se volcarían masivamente a alquilar casas de fin de semana en Funes y Roldán, los destinos ubicados a unos 20 kilómetros del centro y tradicionalmente más demandados por quienes deben seguir trabajando en Rosario durante el verano. Pero, se equivocaron. Según reconocen los titulares de las inmobiliarias Pozzobón, CAI y Paganini y Borsatto esta temporada "es lejos, la peor de los últimos años". La frase desalentadora se sustenta en porcentajes comparativos con la temporada anterior. En la tres firmas sostienen que sólo en enero hubo una merma de alquileres que va del 50 al 80 por ciento, y que febrero y marzo "no pintan mejor". Los que salvaron las papas, al menos en enero, fueron algunos dueños que alquilaron sus propiedades sin intermediarios. Bajaron sus pretensiones económicas sin dudar, a costa de perder dinero con respecto a otros años para salvar los gastos.
No hay que dar muchas vueltas. Este verano hay una sola y poco original respuesta ante la falta de demanda de alquiler de las quintas con pileta y arboledas de Funes y Roldán. "No hay plata", concluyen al unísono desde las inmobiliarias. Pero además, sus titulares se animan a analizar la reacción gasolera de la gente.
"Los dueños ocuparon sus propias casas de fin de semana porque no se pudieron ir de vacaciones como otros años. Y es más, diría que apenas se instalan sábado y domingo, porque parece que el dinero no les alcanza para vacacionar los cinco días de la semana", sostiene Cristina Pozzobón.
Con 30 años de experiencia en el rubro inmobiliario y sosteniendo la norma de no ofrecer en alquiler ninguna propiedad que supere los 3 mil pesos, Pozzobón dice que ésta es la peor temporada en materia laboral. "Parece que en Funes y Roldán no hubiera llegado el verano", señala.
Están quienes dicen que los precios (ver aparte) son muy altos para la malaria que se vive y que por esa plata uno veranea en las sierras o en la costa. No obstante, Pozzobón asegura que las cifras se han bajado y hay en juego facilidades de pago.
"Nosotros pedimos un adelanto de un 10 o 20 por ciento del valor del alquiler. Se abona el 50 por ciento al momento del contrato y el otro 50 por ciento se ocupa la propiedad. Trabajamos con la paridad 1 a 1 y aceptamos transferencias o cheques, porque efectivo no hay. El panorama es triste y preocupante", concluye.
La cosa venía bien
Para Risiglione, de CAI, en esta temporada ocurrieron cosas atípicas. "Por un lado los dueños ofertaron pocas casas para alquilar. Además muy poca gente preguntó precios. Pero por otro lado se alquiló algún que otro inmueble de 4 dormitorios, por más de 2 mil dólares".
El titular de CAI, quien comenta que las transacciones se realizan en su firma en dólares, dice que en octubre y noviembre la cosa venía dentro de todo, bien. Que todo anunciaba un verano con moderada posibilidad de trabajo, pero -recuerda- "llegó el corralito y se pudrió todo".
Borsatto también señala que en noviembre las perspectivas de alquiler eran otras. "Este año cerramos un 50 por ciento de operaciones menos que el año pasado y además todo el que viene consulta precios por quince días o una semana. Preguntar cuánto cuesta el alquiler de un mes parece un lujo, en momentos en que es necesario seguir trabajando todo el verano", dice Borsatto.