Año CXXXV
 Nº 49.360
Rosario,
martes  15 de
enero de 2002
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Crimen pasional en una pensión de Santiago al 300
Después de estrangular a su pareja intentó matarse ingiriendo raticida
Así lo confesó Claudio Manzur ante la policía tras asesinar a Eva Orellano en la pieza que compartían

El hombre que estranguló a su concubina en una pensión de Pichincha y se entregó a la policía la tarde del domingo, había intentado suicidarse ingiriendo veneno para ratas al darse cuenta que su pareja había muerto. Así lo confirmó un vocero de la seccional 7ª, luego de afirmar que el homicida, identificado como Claudio Alberto Manzur, fue revisado por un médico legista y ayer se encontraba en buen estado de salud alojado en la seccional de Cafferata al 300. En tanto, el imputado declaró ayer en el juzgado de Instrucción en turno, a cargo del magistrado Carlos Triglia, aunque no trascendieron detalles de sus palabras en sede judicial.
Como relatara La Capital en su edición de ayer, Manzur llegó el domingo a la tarde a la seccional 7ª para autoinculparse de la muerte de Eva Orellano, de 42 años, su pareja desde hacía 4 años. Juntos alquilaban una habitación en una pensión de Santiago 318, donde la policía encontró el cadaver de la mujer sobre la cama de una plaza en la que ambos dormían.

La última discusión
Según declaró el hombre a la policía, todo se originó la noche del viernes cuando comenzó a beber cervezas junto a su mujer. La madrugada del sábado los encontró en medio de una fuerte discusión en la que ambos se propinaron golpes, relató Manzur. La reyerta, que no habría sido la primera que tenía la pareja según testimoniaron algunos habitantes de la pensión, finalizó cuando Manzur zamarreó a su mujer del cuello y la empujó sobre la cama.
Después, Orellano quedó tendida en el lecho de la pareja. El hombre, en su confesión, aseguró que la creyó dormida y se acostó a su lado. Recién al despertarse, las primeras horas del domingo, se dio cuenta de que su compañera estaba muerta y entonces salió de la casa a caminar sin rumbo fijo.
En algún momento, al pensar la situación, Manzur decidió regresar a la pensión y una vez allí ingirió un veneno para ratas que tenía en la habitación con el fin de suicidarse. Sin embargo no logró su objetivo y al atardecer, preso de su crimen, fue a entregarse a la comisaría 7ª.
Cuando la policía llegó a la pensión donde se produjo el homicidio, secuestró en la pieza que compartía la pareja una bolsa de nailon con restos del veneno ingerido por Manzur. Por ese motivo, el comisario Pablo Insaurralde, titular de la comisaría 7ª, siguió de cerca el examen médico realizado al homicida. "Le hicieron análisis, lo revisaron, y ahora se encuentra bien de salud", indicó el jefe policial, quien durante las primeras horas a partir de la detención temió que el hombre muriera también, a causa del envenenamiento.
En tanto, el cuerpo de Orellano fue derivado al Instituto Médico Legal por orden del magistrado. El avanzado estado de descomposición del cadaver impidió a los médicos forenses determinar con certeza el motivo de la muerte.
La médica que realizó la autopsia aseguró que el deterioro del cuerpo, a pesar del poco tiempo que llevaba muerto, impidió sacar conclusiones sobre el causal del deceso, que recién podrá definirse a partir de los análisis anátomopatológicos.
Lo único que adelantó es que el cadaver llevaba al menos 48 horas antes de su hallazgo, y que la descomposición es consecuente con las altas temperaturas y niveles de humedad de los últimos días.
Una de las habitantes de la pensión dijo a este diario la noche del domingo que no entendía "como los otros vecinos de la casa no advirtieron el olor hediondo que salía de la pieza" y recordó que la habitación de la planta baja de la casa tenía por toda cerradura una cortina y su frente era paso obligado para acceder a la escalera que comunica con otra habitación de la planta alta.
Acerca de las actividades que realizaban Manzur y Orellano, un vecino dijo que "caminaban el barrio vendiendo agujas" y que por la noche volvían a su pieza y como todo otra actividad sólo "compraban y bebían cervezas".



La policía llegó a la pensión tras la confesión de Manzur.
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