Claudio Berón
El caos financiero no sólo muestra su faz salvaje en las industrias más grandes. Las alrededor de 12.000 empresas pequeñas de Rosario, que dan trabajo a un promedio de no más de veinte empleados, están acorraladas por la incertidumbre. Deben esperar que sus proveedores les envíen las listas de precios nuevos, pactar condiciones de pago de compromisos contraídos e intentar cobrar una inmensa cantidad de cheques devueltos. El sector cuenta con industrias de todo tipo: plásticos, matricerías, espejos, etcétera. Muchas de ellas son proveedores de la industria automotriz o metalmecánica, pero sus clientes están en similares condiciones, no cobran y la pirámide de desgaste se multiplica. "No sólo la cadena de pagos está cortada, no se sabe cuanto cobrar el producto, así muchos no llegamos a marzo", expresó Rubén Capuano, titular de Caplast, una empresa de 5 empleados. Este taller compró una inyectora de plástico de fabricación local, pactando un pago en dólares a 24 meses directamente con el fabricante. "La compré sin crédito bancario, le tenía miedo", dijo Capuano. Pese a que el fabricante no se llevará la máquina, el empresario aseguró que "tarde o temprano me va a agarrar el 40% de devaluación, y ni que hablar de la amortización, que Dios me ayude", disparó. Por su parte, Juan José Sisca, de la Asociación de Pequeñpos y Medianos Empresarios, sostuvo que "hemos pedido una reunión con el presidente Eduardo Duhalde, ya que hasta ahora no cambió el modelo. Si no se toman políticas de reactivación vamos a desaparecer. Mientras el viceministro de Economía, Jorge Todesca, dice que la cosa va a funcionar recién en el primer semestre, si seguimos así el 80% de los talleres no llega a marzo". En cuanto al parate de transacciones, un paper de circulación interna discutido por los directores de Plecor, una fábrica metalúrgica, dio como fecha de "congelamiento" la primer semana de diciembre. "Las persianas de la industria bajaron ahí, ya que no se sabía cuanto costaba el producto ni cuantos cheques no serían cubiertos", indicó un directivo. Ademas, entre los pymes la economía ya se dolarizó hace por lo menos dos años y esto hace que los presupuestos, el monto de los trabajos y las ofertas deban contar ahora con un 30 o un 40% de desfasaje. La matricería Master Model, una industria de la zona sur fundada hace nueva años por dos desocupados de la otrora metalúrgica Nebbia, pautó una serie de trabajos en dólares. "Así se acostumbra, pese a que la incidencia de importados en nuestro costo no es mucha", dijo Edgardo di Maurizio, socio gerente. "En este tiempo invertimos en tecnología y eso se paga a dólar billete, por suerte no tengo crédito, pero el futuro es incierto. Trabajamos en una ilusión porque la cadena de pagos está cortada", aseguró. Pero no todos pierden en el caos. DBH, una empresa de retenes, exporta una gran parte de su producción a Latinoamérica. "Esta devaluación por una parte nos permite estar en carrera, en las exportaciones nos beneficiará, pero en el mercado interno estamos desalentados", explicó Luis Di Benedetto, uno de los directores. Esta industria, que cobija a medio centenar de empleados, incrementó un 50% sus exportaciones con respecto al 2000, pero mucha de su materia prima es importada; como la silicona y el adhesivo. "Estamos esperanzados, pero desde noviembre que la cadena de pagos está hecha pomada", expresó el directivo.
| |