Año CXXXV
 Nº 49.358
Rosario,
domingo  13 de
enero de 2002
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Mercados: Salimos del corralito pero nos metimos en una cárcel
Autoritariamente, el gobierno quiere obligar a manejarse en pesos, a gente que piensa y sueña en dólares

Salvador Di Stefano

El gobierno flexibilizó los retiros de fondos de cuentas corrientes y caja de ahorro, pero por otro lado inmovilizó fondos de los plazos fijos, cajas de ahorro y cuentas corrientes de particulares, en un hecho inédito para el mercado doméstico, que lleva a los ahorristas a recibir sus ahorros en un plazo no menor a los 24 meses y los sacaron del corralito para quedar atrapados en la cárcel para ahorristas.
La actual administración toma una serie de medidas autoritarias que obligan a la ciudadanía a pensar en pesos, cuando los habitantes de este país, sueñan, aman y proyectan en dólares, única moneda que se adopta como reserva de valor y unidad de cuenta. El peso en este país es un mero medio de intercambio, que los argentinos detestan atesorar porque conocen de sus pocas bondades.
Ahora este gobierno nos obliga a que pesifiquemos nuestra mente, pero resulta imposible reemplazar a Washington y poner en un pie de igualdad a Roca, que fue sin duda un gran patriota pero que hoy está devaluado frente a la divisa verde.
La cultura argentina hizo que a través del tiempo los resultados de todas las unidades de negocios se midieran en dólares ya que se sabía de antemano que era una moneda fuerte. Hoy los empresarios y la gente común piensan igual que antes, la gente compra dólares para proteger su capacidad de compra, y los empresarios no quieren observar flujos de fondos positivos en términos de pesos, pero negativos si se los mide en dólares. Por ello los precios se correlacionan con la divisa verde, y marchan a un ritmo igual o superior.
El precio de cualquier producto no lo fijan los costos sino el mercado, y las expectativas de ese momento. En muchas oportunidades los productos muestran precios por debajo de sus costos, y esto tiene que ver con una falta de aceptación del producto y su liquidación. En cambio, puede darse que el precio del producto sea muy elevado por causa de las expectativas que se desatan en torno a él.


La pregunta del millón
Por ejemplo, en la actualidad el dólar cotiza a 1,80 y la pregunta sería: ¿cuál es el precio del dólar? La respuesta sería: el que fije el mercado. Por más que el gobierno fije 1,40, la gente desea poseer dólares, y por ende vale mucho más que eso en la city rosarina.
Otro ejemplo sería: ¿Cuál es el precio de la tasa de interés? Es la suma del riesgo de prestar dinero y obtener una ganancia, más la prima de riesgo devaluatorio. La segunda pregunta es: ¿quién conoce cuál será la prima de riesgo devaluatorio? La respuesta es nadie. Por lo tanto, no hay un precio claro en las tasas, son muy elevadas y el crédito inexistente, no hay actividad económica, cae abruptamente la recaudación de impuestos, el Estado tendrá déficit y así se inicia un ciclo ruinoso para la economía doméstica.
En este escenario en donde no hay crédito, la tasa de interés para préstamos a empresas es muy elevada o inexistente. El precio del dólar libre no es mensurable a futuro y los insumos y productos importados aumentan al compás de la divisa verde, poner un control de precios a la economía es tan absurdo como imponerle a los ciudadanos que dejen de pensar en dólares y comiencen a pensar en pesos.
En este contexto el gobierno realiza cotidianamente un importante aporte a la confusión general. Las normas que emiten del BCRA son en muchos casos ininteligibles y la gente carga en sus hombros con un mar de dudas. Por ejemplo, cuando tiene una caja de ahorro de 10.000 dólares, esto implica que 3.000 dólares quedan en caja de ahorro y 7.000 dólares van a la cárcel inmovilizados hasta marzo del 2003, pagadero en 12 cuotas mensuales y consecutivas de capital y con intereses del 2% anual pagaderos mensualmente desde febrero.
La pregunta de la city es, ¿qué pasa con los 3.000 dólares que quedan en la caja de ahorro? Estos pueden ser retirados a un ritmo de 500 dólares billetes por mes y, al cabo de seis meses, la cuenta queda sin saldo, y desaparece la cuenta. Si desea poseer el dinero antes puede canjear estos dólares por pesos a una paridad de 1,40 y los pasa a la cuenta corriente o caja de ahorro en pesos y retira 1.200 pesos por mes.
La peor medida adoptada por la actual administración es la desaparición de la cuenta corriente y caja de ahorro en dólares. Medidas de este tipo no hacen más que cerrar la economía ya que no permiten manejarse con la divisa extranjera. Este gobierno determina cuál es el precio del dólar, qué productos se pueden comprar al exterior con el precio que fija, no permite que los exportadores reciban dólares, confiscando sus tenencias y entregándoles pesos, confisca plazos fijos, cajas de ahorro y cuentas corrientes.
Además, determina la cantidad de billetes que se pueden poseer y, por encima de todas las cosas, no deja a nadie manejarse en dólares, ya que dejó un mercado libre para que cuando uno vaya a buscar divisas el precio sea tan alto que cualquier producto terminado en el exterior tenga un precio inalcanzable.
Se vuelve así al intervencionismo extremo. La falta de libertad socavará más la autoridad de los políticos y los ciudadanos se hartarán cada vez más de los caprichos de este presidente que, como Juan Manuel de Rosas, desea tener la suma del poder público para regir nuestras vidas.
El cierre de la economía es volver al Ford Falcon, desconocer los avances del mundo, no encontrar el joystick para la Play Station, y menos aún minicomponentes. Este gobierno tiene una onda retro-caribeña, por un lado nos hace retroceder, y por otro nos parecemos a Cuba, en donde la gente prefiere sortear la posibilidad de perder la vida con un tiburón antes de permanecer en la isla.


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