Año CXXXV
 Nº 49.358
Rosario,
domingo  13 de
enero de 2002
Min 26º
Máx 33º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Los distinguidos son Diego de Mendoza, Alejandro Vila y Fernando Soncini
Premiaron a tres científicos rosarinos con un millón de dólares
El instituto médico Howard Hughes les otorgará un subsidio en cinco años. Temen por el corralito

Laura Vilche

En un enero agobiante se dan tregua para trabajar en el laboratorio de puro short, remera y sandalias. Atados a la imagen del investigador enfrascado en sus tubos de ensayo, nadie diría que Diego de Mendoza (51) y Fernando Soncini (40) son bioquímicos y que Alejandro Vila (39) es químico. Que estudiaron por varios años en el exterior, dos de ellos en Estados Unidos y uno en Florencia (Italia). Que se pasan unas doce horas de su vida investigando en el Instituto de Biología Molecular y Celular dependiente del Conicet (IBR) ubicado en un subsuelo que se inunda cada dos por tres. Que ellos mismos secan en una estufa las revistas internacionales y artefactos que se les echan a perder.
Tampoco nadie diría que les queda tiempo para dar clases en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y que por su competencia investigativa recibirán en los próximos cinco años un millón de dólares de uno de los institutos más importantes en biomedicina de Estados Unidos (Howard Hughes). Que, al límite del colmo, el envío del dinero quedará en suspenso por su propio pedido, ya que temen que les quede en el corralito. Que ganan por toda su actividad poco más de mil pesos y que parte de esa cifra la reciben en tickets para comida. Y lo que definitivamente nadie diría es que estos tres investigadores rosarinos no se quieren ir del país.

Francotiradores
Cuando se les pregunta qué les permitirá hacer el subsidio en el IBR es Diego de Mendoza, uno de los creadores del instituto rosarino y su actual director, quien toma la palabra. "Nos posibilitará subsistir cinco años con nuestros equipos de trabajo", dice quien se rompe la cabeza investigando los mecanismos de resistencia de las bacterias al frío. "Digo sobrevivir porque las cien personas que investigamos aquí, al igual que el resto de los científicos argentinos, somos francotiradores. Hacemos investigación de primer nivel en condiciones infrahumanas, gracias a ingenio, voluntarismo y el dinero que veníamos recibiendo de la Secretaría de Ciencia y Técnica del Conicet y los subsidios del extranjero".
Soncini, que estudia cómo las bacterias patógenas colonizan los tejidos de un individuo infectado, agrega que la ciencia argentina no se puede seguir manteniendo con la dádiva extranjera y que el Estado debe considerarla entre sus prioridades. "Sé que hoy la urgencia es dar de comer a la gente -reflexiona- pero deben pensar en los científicos. Ya no digo en sus sueldos, todos sabemos que no estamos para hacernos millonarios, pero ¿de qué nos sirve ganar 3 mil pesos si no podemos trabajar porque no hay recursos?".
El único especialista en resonancia magnética nuclear de proteínas de la Argentina es justamente Vila. Para analizar las estructuras de las proteínas que estudia debe depender de equipos de última generación de Brasil, Estados Unidos o Europa porque en Argentina no hay ningún aparato con que pueda trabajar. Se suma a los análisis y dice: "Es cierto que el equipo es caro (700 mil dólares) pero contar con él permitiría desarrollar la industria local farmacéutica y esto no es un dato menor. ¿Sabés qué hay que tener en claro? Que construir un sistema científico lleva décadas y destruirlo sólo unos tres años. Nosotros así, lamentablemente vamos en este último camino".
Si se tiene cuenta que de ser enviado el subsidio del instituto Howard Hughes podría quedar atrapado en el corralito y que todo el dinero que venía recibiendo el IBR está en plazo fijo y en caja de ahorros en dólares, no hace falta astucia para concluir que estos investigadores están en problemas. "No estábamos especulando, sólo cuidábamos los fondos para comprar equipamiento, insumos y bibliografía, todos productos importados", señala Soncini.
"¡Qué vamos especular! -agrega Vila- si ni contamos con la ayuda de la Universidad para hacer compras. Con decir que tuve que usar mi propia tarjeta de crédito para montos de hasta 5 mil pesos. Nos manejamos en forma artesanal".
De Mendoza anuncia que se reunirán con los demás científicos del país que recibieron el subsidio para ver cómo esquivan el corralito. No obstante dejó en claro que el pedido de ayuda ante el gobierno nacional por parte del rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Ricardo Suárez, y de sus colegas del Consejo Interuniversitario Nacional serán "agradecidas".
La dura realidad profesional del trío de investigadores obliga a una pregunta: ¿por qué se quedan en el país? \"Porque como decía el premio Nobel Bernardo Houssay, «la ciencia no tiene patria, pero los hombres de ciencia sí»", responde De Mendoza. "Porque queremos vivir en nuestro país, podríamos trabajar afuera en mejores condiciones, pero acá es doblemente importante", asegura Soncini. Y porque "no coincidimos con quienes dicen que hay que repatriar a los científicos que se fueron hace 40 años. Que ellos vengan como asesores, nosotros tratemos de que no se vayan los que hoy tienen 25".



Dicen que investigan sin ayuda y a puro voluntarismo.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
El "padre" del galardón
Diario La Capital todos los derechos reservados