Las antiguas crónicas policiales acuñaron un calificativo por excelencia para aplicar a los sucesos extraordinarios: el ser "cinematográficos". Esa expresión figurada -todavía en uso- resaltaba la espectacularidad de un episodio, daba la medida del asombro que causaba. En un caso, sin embargo, esa metáfora tuvo valor en sentido estrictamente literal.
Ocurrió el 29 de octubre de 1934 y el escenario no pudo ser otro que un cine: la sala del América, ubicado en San Martín 3225 y propiedad por entonces de José Ghio. Los diarios de la época no se quieren acordar de las películas exhibidas en el momento, aunque según un anuncio del día siguiente se trataba de "Justicia divina", con Alice Brady, y "La chica del circo", con Clark Gable.
De acuerdo a cálculos periodísticos, unas 600 personas asistieron esa noche al América, "a causa de que el precio de la entrada era módico y se desarrollaría un atrayente programa popular", dijo La Capital. Sin que nadie lo supiera, la velada tenía reservado un verdadero drama para los espectadores.
El comisario Domingo D'Annunzio, jefe de la comisaría 13ª, que de acuerdo a la antigua denominación de seccionales tenía jurisdicción en el lugar, recibió esa noche una información importante. Un delincuente llamado Alfredo Palacios o Antolini, más conocido como el Negro Mota, se encontraba en el barrio: concretamente en una mesa del bar El Aguila, de San Martín entre Amenábar y Rueda. El hombre tenía pedido de captura por herir a un policía en un tiroteo.
D'Annunzio se presentó en el bar junto a una comisión, pero no encontró al buscado. En cambio, pudo detener a dos de sus compañeros de andanzas, Luis Monafú y Andrés Méndez. Y supo que el Negro Mota había ido al cine América, junto a otros dos cómplices, Manuel Jimeno y Antonio Moreno.
La situación parecía complicarse y el comisario de la 13ª pidió refuerzos. Enseguida la zona sur se pobló de policías. Casi cuarenta agentes a las órdenes de Félix de la Fuente, Hugo Barraco Mármol y José Martínez Bayo -los principales jefes de la policía de Rosario- se dirigieron hacia el cine.
Cambio de función
La policía se presentó en el América quince minutos antes de la medianoche. El dueño del cine pidió que se esperara el final de la función para proceder al arresto de los buscados, pero no fue escuchado. Según declararon más tarde algunos espectadores a este diario, "se obligó al dueño del local a cerrar las puertas de acceso y a interrumpir el rodaje de la película que se exhibía".
El cine América tenía tres sectores de butacas. El Negro Mota y sus compañeros fueron divisados en uno de los laterales. En medio de la sorpresa de la multitud que colmaba la sala, de pronto se encendieron las luces y entró la policía. La ficción parecía confundirse con la realidad: terminaba una película y comenzaba otra.
Hubo dos versiones respecto a lo que pasó a continuación. Según la policía, se dio la voz de alto, el Negro Mota respondió a balazos y se produjo un tiroteo. Según varios espectadores, solamente disparó la policía. Lo cierto fue que, mientras la gente huía despavorida y trataba de ponerse a salvo de la balacera, se hicieron casi treinta disparos en el interior de la sala.
El resultado no pudo ser menos dramático. Una espectadora, Libertina Spacavento, italiana de 50 años, cayó muerta tras ser alcanzada por uno de los disparos. "El Negro Mota -dijo una crónica- echó a correr hacia la puerta de la sala donde está la tela para las proyecciones, pasó por debajo del escenario, y continuando la fuga por un pequeño espacio que hay entre la pared del costado derecho y el sector de butacas de ese mismo lado, ganó la única puerta de acceso al local". Uno de sus secuaces, Antonio Moreno, fue herido y detenido; años más tarde reaparecería como compañero de aventuras del célebre Rogelio Gordillo, el Pibe Cabeza. Por su parte, el Negro Mota sería muerto a fines de 1935 por la policía en un tiroteo ocurrido en el parque Independencia.
Los testigos contaron dieciocho impactos en una pared y diez en diferentes butacas, cuya trayectoria señalaba como única área de tiro el lugar donde irrumpieron los agentes. La policía insistió en que se trató de un tiroteo y adjudicó al Negro Mota la muerte de la mujer. En medio de la indignación generalizada, La Capital dijo que el episodio registraba antecedentes ya que en general, cuando la policía acudía a cafés o cines "el público se queda mudo, porque salta a la vista que se trata de la temible partida, como en los tiempos de Martín Fierro"; los agentes, " lejos de quitarse el sombrero, se lo calan hasta los ojos, penetrando precipitadamente".
Según cuenta Sidney Paralieu en "Los cines de Rosario", el América fue inaugurado en la década del 20 y en sus primeros años, además de películas, ofreció espectáculos de varieté. En 1936 fue reformado y en mayo de 1945 se lo reinauguró como el Gran Cine Teatro América. Llegó a contar con 1.399 localidades y cerró el 30 de septiembre de 1982.