Año CXXXV
 Nº 49.357
Rosario,
sábado  12 de
enero de 2002
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En Irlanda del Norte basta una chispa para encender el odio sectario
Los incidentes en torno a un colegio católico en Belfast demuestran la fragilidad de la convivencia

Dieter Ebeling

Londres. - Dos madres de familia se encuentran en una estrecha acera. Ninguna quiere ceder el paso a la otra. Se amenazan con golpes, se insultan. Aparece la policía. Así comienzan los peores incidentes en seis meses en Belfast.
En el barrio de Ardoyne, en el norte de la ciudad, basta apenas una chispa para recordar al resto del mundo el feo rostro de la enemistad entre católicos republicanos y protestantes pro-británicos.
"Hay odio absoluto entre la población de algunas partes del norte de Belfast", dice Alan McQuillan, subdirector de policía del sector.
Cuando los agentes intervienen para separar a las madres en la acera, una lluvia de piedras cae sobre ellos, lanzadas por los partidarios de ambos lados.
En cuestión de segundos aparecen entonces los provocadores, que, armados de radiotransmisores portátiles y teléfonos móviles, dan instrucciones estratégicas a sus "tropas".
Durante dos noches llueven entonces cócteles molotov y botellas de ácido contra los policías y los soldados que acuden al lugar. Los antagonistas no se combaten unos a otros. Se unen para atacar a las fuerzas de orden.

Un barrio pobre
Las tensiones se ha acumulado en los últimos doce meses en Ardoyne, un barrio habitado por gente pobre, que vive en gran parte de la ayuda social del Estado y donde los jóvenes carecen de trabajo. Aquí, cada cual culpa a los demás de su miseria.
Esto no sorprende a quienes conocen la zona. Por una parte, entre los protestantes pro-británicos -llamados también lealistas o unionistas, por ser leales a la corona y partidarios de la unión británica- impera la impresión de haber quedado como perdedores dentro de su propio país tras el acuerdo de paz de 1998. Muchos protestantes afirman que el acuerdo "premió" la violencia y la militancia de los republicanos, ahora presentes en el gobierno regional.
Por otro lado están los extremistas protestantes, cuyas facciones "paramilitares" apenas se diferencian de las bandas criminales comunes.
La Asociación de Defensa del Ulster (UDA), por ejemplo, de nuevo en la lista negra de las organizaciones que, según el gobierno británico, no respetan el cese de las hostilidades, tiene enorme interés en crear espacios de ilegalidad en que las fuerzas de orden no se atrevan a entrar. Según la policía, la UDA, pese a su retórica patriótica, se financia con el tráfico de drogas y la extorsión.
"Podemos restablecer el orden, pero no podemos obligar a las gentes a quererse unas a otras", dice McQuillan, y apunta: "en buenas cuentas, se trata de un problema político que debe ser resuelto políticamente".
En Ardoyne, la agresión mutua, acicateada por los provocadores, está ligada a las imágenes de los protestantes poseídos por el odio atacando a los niños que van a la escuela católica de la Santa Cruz.

Los niños, en fuego cruzado
Es este un enclave protestante rodeado de calles católicas, en medio del cual hay una escuela católica. Y esto fue razón para doce semanas de manifestaciones, a veces violentas, contra los niños que iban a esa escuela.
Pero, ahora, también niños protestantes deben ir a la escuela protegidos por blindados del ejército, pues son también amenazados por la población católica. Los protestantes afirman que los republicanos pintarrajearon el monumento a un taxista asesinado por los republicanos.
Y la violencia escala. El gobierno ha puesto en las calles obstáculos para impedir la fuga a automóviles desde los cuales se hace disparos o se arrojan bombas incendiarias. Y creó en noviembre pasado una organización cívica para que ambas partes pudieran reunirse para hablar entre sí. Pero ésta hasta ahora no ha llegado a reunirse, por no haber llegado a un acuerdo sobre su presidente. (DPA)



Guerra en el barrio pobre y protestante de Ardoyne.
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