Aturdidos. El primer gran cacerolazo que soportó el jueves a la noche el jefe del Estado Eduardo Duhalde, tras conocerse la ampliación del denominado corralito bancario, conmovió al gobierno, que buscó fortalecer la figura del mandatario y dar señales de seguridad en la toma de decisiones. El secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, reconoció que el clima que predomina en el país es "muy grave y muy denso", pero advirtió: "Acá (en el Ejecutivo), no hay lugar para cagones". En rigor, el de anteanoche no fue el primer cacerolazo contra Duhalde, ya que las baterías de cocina se hicieron oír al final del discurso que leyó ante la Asamblea Legislativa, poco después de ser ungido presidente. Este método de protesta ya provocó la caída de dos gobiernos nacionales: el de Fernando de la Rúa y el efímero del puntano Adolfo Rodríguez Saá. Fernández reconoció que la gente "está podrida" de la crisis que soporta y reconoció que "el dolor" del gobierno es porque "aquí no hay mucha tela para cortar". También el vocero oficial, Eduardo Amadeo, se refirió al "dolor" de los ciudadanos, que junto a "la bronca y la necesidad" hicieron que salieran nuevamente a las calles. Sin embargo, llamó a los argentinos a "salvarnos de los violentos" que en horas de la madrugada provocaron disturbios en el centro de la Capital Federal, a los que calificó de "bestias" y acusó de querer "destruir el sistema democrático". Fue entonces cuando alertó que con ellos habrá "mano dura". Los incidentes, por tercera vez en menos de un mes, causaron graves destrozos a gran cantidad de bancos, restaurantes, comercios y teléfonos públicos, blancos habituales de la ira de los manifestantes. Tampoco se salvó la Casa de La Rioja, un símbolo de la gestión menemista. La represión policial arrojó un herido y cuatro detenidos. Además de medio centenar de barrios porteños, hubo cacerolazos en Rosario, Córdoba y Mar del Plata. La protesta tuvo una amplia repercusión en las ediciones digitales de los medios de prensa internacionales. En España, el diario El País encabezó la edición digital por Internet con el título "Los argentinos reciben las medidas económicas con un nuevo cacerolazo". Por su parte, El Mundo destacó el "Primer cacerolazo contra Duhalde". El periódico francés Le Monde alertó a través de un aviso animado con la leyenda "La Argentina está al borde del caos". La señal internacional de la RAI (Italia) colocó al país en el centro del debate con la participación de distintas personalidades, entre ellas el ex primer ministro Massimo D'Alema. La televisación de los cacerolazos generó una fuerte polémica. El gobierno, a través de Fernández, salió a aclarar que no tuvo nada que ver con la forma en que se cubrió el hecho, ya que, según dijo, sería como "tapar el sol con la mano". Y subrayó: "Las manifestaciones son expresiones que se deben atender, salgan o no en los canales". En tanto, la Corte prefirió hacer silencio de radio sobre los cacerolazos que, frente al Palacio de Tribunales y en la Plaza de Mayo, reclamaron ruidosamente las renuncias de sus nueve integrantes.
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