| | Reflexiones Nada
| Juan José Millas (*)
Cada día cierra alguna empresa porque sus productos se han quedado obsoletos. Mi padre trabajaba en una fábrica de cerillas que quebró cuando se popularizaron los mecheros. Hay que estar atento a las demandas del mercado. Después de un desastre nuclear en el que el 90% de la población se hubiera quedado calva, sería muy arriesgado poner una peluquería. Conviene reciclarse antes de la hecatombe. Los arquitectos que levantaban torres construyen ya refugios atómicos. Y las compañías aéreas han comenzado a crear divisiones terrestres para aliviar las cuantiosas pérdidas que proporciona el aire. En cuanto a la clase media, argentina o no, debería buscar mecanismos más seguros que la Bolsa, pues un plan de pensiones se viene abajo en 24 horas por cuestiones que tienen más que ver con la magia negra que con la economía. Así las cosas, yo me estoy preparando para el día en el que los periódicos cierren porque la información haya dejado de ser un objeto de consumo deseable. Si la gente dejó de usar el monóculo y la cocina de carbón y la máquina de escribir, ¿por qué no va a dejar de usar las noticias, que no sirven para nada? ¿De qué sirve saber que Berlusconi es un prófugo de la Justicia? ¿De qué, que la fiscalía reconozca que una profesora de religión ha sido expulsada por motivos anticonstitucionales? ¿Tuvo alguna utilidad airear las responsabilidades del gobierno en el caso Gescartera? Los periódicos serían inviables sin noticias. De hecho, son inviables sin esas noticias pagadas que llamamos anuncios. El anuncio del comienzo de las rebajas tiene más influencia en nuestras vidas que la difusión de la renta per cápita en Afganistán. Ojalá me equivoque, pero la información no publicitaria tiene los días contados. Los periódicos intentan aguantar, como es lógico, a ver si un niño muerde a un perro y se puede hacer una primera página. Pero tarde o temprano cerrarán, como cerraron las fábricas de cerillas. Ahora, que a mí no me ocurre lo que a mi padre. Me especializaré en informar sobre lo que no sucede en ninguna parte. Lo que sucede ha dejado de interesar, porque ya nos han dicho que no hay manera de cambiarlo. Contra el pensamiento único, raciones de nada. (*) De El País de Madrid
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