El homicidio del dueño de una estación de servicio de la localidad de Arminda, el domingo pasado, tiene a la policía tras los rastros de una banda a la que ligan con al menos media docena de hechos similares. La cantidad de integrantes, el armamento, la forma de actuar en la comisión de los ilícitos, la zona y el horario en el que actúan los delincuentes son algunos de los elementos que suman coincidencias para los investigadores del caso.
Aún así, la policía continúa preocupada por saber en qué momento y cómo ocurrió el asesinato de José Enrique Mancini, de 49 años, quien apareció baleado en un galpón separado por metros de la casa donde fueron encerrados sus familiares. El hecho de que nadie haya escuchado los estampidos del arma con la que le dispararon al comerciante resulta increíble para los investigadores, según trascendió.
"En el campo el silencio es tal que aunque estuvieran encerrados y con el televisor encendido resulta imposible pensar que nadie haya escuchado los disparos", señaló al respecto un allegado a la investigación. El vocero señaló, por otra parte, que el relato de los familiares no registra contradicciones en cuanto a lo que ocurrió la noche del domingo, cuando fueron asaltados dentro de la casa ubicada en el kilómetro 39 de la ruta 14, a la altura de la localidad de Arminda.
Los investigadores sostienen que una de las pistas más firmes es la participación de una banda que actúa desde hace más de un mes en una zona alrededor de las rutas 178, AO12 y 14, al sudoeste de Rosario.
La policía estima que la organización cuenta con al menos cuatro miembros, cuya descripción -parcial, ya que actúan encapuchados- se reitera en las declaraciones de los testigos. Del mismo modo encontraron coincidencias en otros detalles, como algunas de las ropas que utilizan y el horario en el que ocurrieron los ilícitos.
Coincidencias
Pero las coincidencias más importantes que rescatan son la forma de actuar y el armamento, entre lo que sobresale el calibre y la utilización de una picana similar a la utilizada para arrear ganado.
En todos los casos investigados -de los cuales el de Arminda fue el más violento-, los ladrones actuaron con el rostro cubierto y guantes de cirugía, para evitar ser identificados. "En esos detalles fueron muy profesionales, aunque en otros aspectos actuaron de un modo bastante imprudente", reflexionó uno de los investigadores.
Es que a continuación del homicidio de Mancini -del que sus familiares se enteraron después de la huida de los delincuentes-, los ladrones robaron un auto para escapar. "Estuvieron más de una hora y media renegando porque les quedó en el barro y no lo podían sacar", señaló un allegado a la causa. "Dieron marcha atrás, se bajaron, lo empujaron, todo a la vista de las víctimas. Actuaron de un modo demasiado imprudente, con mucho riesgo de ser vistos por terceros, demasiado seguros de sí mismos", indicó.