Peshawar, Pakistán. - Las minas enterradas en Afganistán siguen causando un promedio de 10 muertes por día, en su mayoría niños, y numerosas mutilaciones con la explosión de 88 artefactos cada jornada. La Organización de Naciones Unidas (ONU) y otros organismos que se ocupan del tema volvieron a lanzar en estos días una alarma: es necesario acelerar las intervenciones de saneamiento y considerarlos una prioridad en la reconstrucción del país. En caso contrario, el mismo regreso de los refugiados, esperado en gran cantidad para la primavera (boreal), puede convertirse en otro vía crucis de sangre y mutilaciones.
Sólo en el área del aeropuerto de Kabul en los últimos días se desactivaron 18.000 minas, pero todavía es insuficiente para considerar que existe seguridad. El enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi, fue personalmente a informarse y rindió un homenaje a los militares británicos, especialistas de la agencia de la ONU para el saneamiento de las minas (MCPA) y voluntarios de organizaciones no gubernamentales holandesas. "Son los héroes de nuestro tiempo", dijo Brahimi. Hace dos días un experto en desactivar explosivos inglés perdió un pie.
Varios años de trabajo
El enviado de la ONU habló de "tarea urgente" y admitió que antes de completar el desminamiento completo en Afganistán "deberán pasar años y años". Según las estimaciones más acreditadas, en el país están enterradas entre ocho y diez millones de minas que matan un promedio de 10 personas diarias, en su mayoría niños. Más de la mitad fue esparcida en tiempos de la invasión soviética, el resto fue fruto de las guerras civiles de los últimos 12 años. Los proyectos de saneamiento sufrieron una suspensión durante las primeras semanas de los bombardeos estadounidenses de estos meses.
Acciones de los cazabombarderos que, además, dejaron sobre el terreno artefactos explosivos dispersos llamados "cluster bombs" (o bombas trampa), para cuya remoción fue enviada recientemente una misión ad hoc.
La gran batalla sigue siendo contra las minas. "Es indispensable que la acción de desminamiento preceda a cualquier intento de reconstrucción", destacó en Peshawar Richard Daniel Kelly, coordinador del Programa antiminas para Afganistán (Mapa), de regreso de una zona de Jalalabad.
Los trabajos de reconstrucción de las casas y la actividad agrícola en los campos, necesaria para la supervivencia de una población que es muchas regiones está amenazada por el hambre, no podrán avanzar si los terrenos no son seguros, observó Kelly.
La tarea de desactivar los explosivos a gran escala demanda "más fondos de parte de la comunidad internacional" y también la voluntad política. Hace un par de semanas una misión de Mapa era esperada en las ruinas de Kandahar, el ex feudo del mulá Omar, pero fue frenada a último momento por las fuerzas norteamericanas por razones bélicas. Un aplazamiento que para Kelly es injustificable: "Sabemos que Kandahar está sembrada de minas y artefactos explosivos, es imperativo comenzar a quitarlas, de lo contrario seguirá siendo la espectral ciudad fantasma que es hoy". (Ansa)