Año CXXXV
 Nº 49.354
Rosario,
miércoles  09 de
enero de 2002
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Globalizadores globalizados

Eduardo Haro Tecglen (*)

El fastidio de las empresas españolas en Argentina no es un desastre, aunque se suele llamar así a la disminución de beneficios. Han jugado a la baja, han corrido un riesgo: se creían protegidas por la globalización que ejercían, y han resultado globalizadas. Neocapitalismo, nueva economía, poscomunismo, mercado libre, tienen a veces estos incidentes. En realidad esas empresas alcanzadas, el gobierno de empresarios que las impulsó después de haberlas privatizado y Estados Unidos no tienen interés en dejar caer a Argentina, aunque sus agentes literarios puedan decir que es culpa de ellos. Este sistema carece de complejos de culpabilidad. Tiene, en cambio, muchos recursos de propaganda y fe, propaganda fides. Uno es el de correr todos en ayuda del país empobrecido, aunque me siento bastante renuente en hacerlo mediante recargos de mis tarifas o mis gastos de teléfono o gasolina. Preferiría ayudar a los argentinos directamente. Pero no está en las normas de la nueva vida del mundo después del atentado contra Nueva York y del de hace 10 años contra el muro de Berlín.
Por otra parte, el sentido de arruinar a los países por vías de muerte, como ha sucedido en los Balcanes, en Irak, en Afganistán, para luego reconstruirlos, parece algo rudo. Está bien que grandes bombas hayan destruido las cuevas de Tora Bora, ingeniosamente construidas para recoger las nieves y distribuir el agua hacia las llanuras secas, pero parece un procedimiento rudo, y ahora grandes empresas hidráulicas podrán poner en marcha medios civilizados sin tuberías donde se esconda Bin Laden y ello producirá grandes beneficios al país que lo haga, que además podrá reponer sus bombas gastadas. Es una economía muy conocida, y tiene dos antecedentes en el siglo pasado: la "doctrina Truman" para socorrer a los países previamente destruidos, como Grecia, para que volvieran a ser fascistas y monárquicos, y el Plan Marshall, que aseguró la reconstrucción de Europa a cambio de que los europeos se alzaran contra su aliado soviético, que les había quitado de en medio a Hitler. También el sistema de bases en España para que Franco pudiera ser franquista. Lo que ocurre ahora es una ciencia; y así estamos.

(*) El Pais - Madrid


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