Año CXXXV
 Nº 49.354
Rosario,
miércoles  09 de
enero de 2002
Min 18º
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cartas
El abuso de un comerciante

El viernes, a pocas horas del casamiento de un familiar, tuvimos que atravesar un amargo momento gracias a la actitud despreciable de un comerciante rosarino. El señor en cuestión, titular de una ¿empresa? que se dedica al alquiler de vajilla y carpas, ubicada en San Juan al 600, dio entonces una muestra más de su falta de seriedad y prepotencia. Al señor R.F. se le había abonado ya la mitad del servicio, y el cliente (¿conocerá el señor R.F. lo que es un cliente?) se había comprometido a saldar el total del importe una vez finalizada la prestación. Pero para sorpresa de todos, dos horas y media antes de la fiesta, el señor R.F. se comunicó para exigir la entrega del cheque o el efectivo "de inmediato" porque si no "en media hora mando a mis muchachos a retirar las cosas y se quedan sin festejo", según enfatizó. El cheque cancelatorio ya estaba emitido a nombre del comerciante y en poder del novio, que a esa altura de la jornada se encontraba en Funes ultimando los detalles de la reunión con la complicación extra de una copiosa lluvia que trastocó varios aspectos del festejo familiar previsto al aire libre. Por lo tanto, se le explicó al señor R.F. que tuviera un poco de paciencia ya que el valor se le entregaría de un momento a otro. Pero el señor R.F., un afortunado a quien evidentemente le sobra trabajo en la Argentina de hoy, arremetió sin concesiones y puso como último plazo "media hora más" con la siguiente amenaza como muletilla: "Mando a levantar todo y se joroban". Quien escribe estas líneas habló con el señor R.F. solicitándole que tuviera la delicadeza de esperar un rato más y que comprendiera la situación (¿no se dedica a esto?) pero recibí de su parte un maltrato que todavía a esta altura me cuesta creer y por supuesto digerir. Finalmente, el señor R.F. tuvo a la hora por él señalada ya no el cheque sino el efectivo -que yo misma tuve que conseguir en tiempo récord para evitar un problema mayor-. Claro, el novio apareció minutos después con el cheque en mano (que en rigor pensaba entregarle al señor R.F. al día siguiente cuando se llevaran las cosas y diera por terminado el servicio). Así, intentamos cambiar el valor ya emitido a nombre de R.F. por el efectivo que acabábamos de entregar en el comercio. De más está decir que una vez que el señor R.F. consiguió su cometido, esto es obtener la plata como y cuando se le antojó, al "cash" no lo vimos más. Mi objetivo no es otro que denunciar públicamente esta situación para alertar a otros rosarinos, convencida de que debemos hacer respetar nuestros derechos de consumidor y rechazar como nunca antes los abusos de los malos comerciantes. Vaya entonces este cacerolazo simbólico para el señor R.F.
DNI 22.175.177


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