Año CXXXV
 Nº 49.351
Rosario,
domingo  06 de
enero de 2002
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Nuevo plan. El fiambre, los lácteos y las carnes están más caros
Pese a las promesas, la gente se enfrentan al aumento de precios
En los súper se vieron empleados remarcando. La gente, cautelosa a la hora de comprar

Eugenia Langone

Ir al supermercado era hasta hace poco también un paseo, pero en los últimos días se convirtió en algo parecido a una tortura. Claro, a la bronca que provoca el corralito que se quedó con la plata de todos, se suma ahora la del aumento de los precios, y en entre las góndolas de los hipermercados se escuchan verdaderos rosarios de quejas. La rabia aumenta todavía más cuando los clientes se topan con que algunos empleados están despegando los precios viejos. La Capital realizó ayer una recorrida por varios supermercados de la ciudad para describir cómo es la reacción de la gente ante la remarcación de algunos productos.
"Comprar lo justo y lo necesario" y "hacer economía de guerra". Esas son dos de las premisas esenciales que las amas de casa adoptaban ayer en los supermercados, además de tener adiestrados a los más chicos de la familia para que "no pidan nada de más". Y a los más avanzados en edad se los vio recurrir a los anteojos, que ahora son fundamentales para llevar el control de los precios.
Algunos fueron contundentes y aseguraron que "todo aumentó". Pero a la hora de enumerar, todos coincidieron en que la suba afectó a los productos lácteos, los fiambres, las carnes, el pan y las verduras.
Mónica estaba ayer al mediodía de compras y aseguró a este diario que, aunque en su casa entran todos los meses cuatro salarios, llega "con lo justo" a fin de mes. "Mi marido y yo tenemos dos trabajos. Pero el otro día empezamos a sacar cuentas y descubrimos que con cuatro sueldos casi que no llegamos al 30", dijo.
La mujer miraba meticulosamente los precios de la leche y comparaba las diferentes marcas. "Mi intención es no gastar en cosas superfluas, pero aunque la leche aumentó no puedo dejar de comprarla porque son para mis dos hijas", protestó mientras ponía dos sachés en el carrito.
La góndola de las carnes era el lugar donde la gente se detenía para mirar más atentamente. Susana, por ejemplo, ya había metido en su changuito una bandeja de vacío, pero enseguida la colocó nuevamente en la heladera. "No me quiero dejar robar", dijo la mujer, que iba indignada devolviendo los productos que creía estaban remarcados. Aunque se llevó la acelga que costaba 30 centavos más. "Algo hay que comer", argumentó como justificación.
Ana, en cambio, caminaba despacio entre las góndolas y se detuvo ante los lácteos para comentar con otras mujeres a su lado el aumento de precios. Luego hizo una parada frente a la heladera de los fiambres, de donde siempre se llevaba algo "de más", pero ayer solamente miró.
Mirta, su hija y su marido estaban haciendo la compra del mes. Daban vueltas y miraban los precios de los productos de limpieza con cuidado. El mes pasado la familia se fue del supermercado con el chanquito repleto de mercadería, pero ayer sólo se llevaron unas pocas cosas, las indispensables: leche, fiambre y pan.
A la bronca que ya traían de la calle, se sumó otra: el marido de Mirta advirtió con indignación que había empleados remarcando precios.

Listas nuevas
En los supermercados ayer no sólo se escuchó hablar de la llegada de "listas nuevas", sino que también había personal trabajando en quitar los precios viejos de algunos artículos.
Los más obsesivos hicieron su recorrida con calculadora y papel en mano. Mario fue al supermercado con una lista con los precios viejos para anotar las diferencias. "El 80 por ciento de los productos aumentaron", aseguró el hombre, mientras apuntaba frenéticamente los precios de las gaseosas. "Coca 1,39 - 1,49", se leía en su papel.
Mario tenía el changuito a la mitad y empezó a mostrar las cosas que según su lista habían sido remarcadas: el quitamanchas, los fideos, la leche... "La gente no tiene que comprar más que lo necesario", aconsejó el hombre, que ya había dejado en las góndolas el insecticida para cucarachas porque se encontraba más caro.
Las caras largas abundaron. Es que de repente volvieron a la vida cotidiana los aumentos de precios en 24 horas: una situación que la divina estabilidad había desterrado y que ayer aterrorizó nuevamente a muchos.



La consigna en los súper es comprar sólo lo necesario.
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