Año CXXXV
 Nº 49.351
Rosario,
domingo  06 de
enero de 2002
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El crimen del ginecólogo peruano Jorge Luis Ruesta Viñas
Preguntas sin respuesta a cinco años del extraño asesinato de un médico
Apareció carbonizado dentro de su auto, en Santa Isabel. Dicen que no hubo voluntad para esclarecer el caso

Osvaldo Aguirre Silvia Carafa

El auto, un Volkswagen Pointer último modelo, fue descubierto en llamas en terrenos del ferrocarril, a medias oculto en un monte de eucaliptus, en la zona urbana de Santa Isabel. En su interior, en el asiento trasero, se encontraba el cadáver carbonizado de su dueño, el médico Jorge Luis Ruesta Viñas. Era la madrugada del 3 de enero de 1997 y salía entonces a la luz un crimen en el que ahora, a cinco años de ocurrido, quedan en pie los interrogantes principales: quiénes fueron los asesinos y por qué se cometió el crimen.
En Santa Isabel, localidad situada 180 kilómetros al sur de Rosario, ya no hay reclamos por la investigación, pese a que el episodio fue el punto de partida para la creación de una Comisión de Seguridad. La causa -a cargo del juez Hugo Perassi, de Venado Tuerto- se encuentra paralizada. "La gente piensa que es algo más que quedará impune. No hubo voluntad de esclarecer lo que pasó", dice Juan Enrique Lombardi, presidente comunal de Santa Isabel.
Ruesta Viñas era oriundo de una pequeña población del departamento de Piura, en el norte de Perú, y tenía 40 años. Trabajaba desde mediados de 1996 como médico ginecólogo en el Hospital Miguel Rueda, de Santa Isabel, y también -ad honórem- como médico policial.
La autopsia reveló que, antes de ser carbonizado en el interior del auto, el médico recibió tres puñaladas en el hemitórax izquierdo, que perforaron sus pulmones; tenía ambas tibias quebradas y una lesión en el ano provocada por la introducción de un objeto. Este último dato alentó especulaciones respecto tanto a un supuesto mensaje -alusión a una venganza o a cuestiones homosexuales- como a una maniobra de los asesinos para desviar la atención.
A principios de febrero de 1997, la policía del departamento General López anunció que un hombre de 41 años había presenciado los hechos. La declaración de este testigo condujo a la detención de dos jóvenes de la localidad. Pero el testimonio quedó rápidamente desestimado por inconsistente y los sospechosos fueron liberados y desvinculados del crimen el 11 de febrero.

Especulaciones
La falta de datos ciertos sobre lo que ocurrido y el fracaso de las investigaciones sirvieron de disparadores para diversas versiones, más o menos fabulosas, ninguna de las cuales fue comprobada. Incluso se habló de una pesquisa extraoficial realizada por encargo de la madre del médico. En Santa Isabel, mientras tanto, creen que el homicidio respondió a una venganza pasional. "Creo que lo demás que se comenta no tiene nada que ver", asegura Juan Enrique Lombardi.
"Tal vez sólo sea un asunto de polleras y le estamos dando demasiadas vuelta al tema", dijo un vocero de la investigación poco después del asesinato. En respaldo de esta hipótesis se aludía a comentarios que circulaban respecto a que, después de separarse de su esposa, el médico habría tenido relaciones con varias mujeres, lo que granjeó fama de "conquistador".
Ruesta Viñas fue visto con vida por última vez treinta minutos antes de su muerte, cuando se retiró de un salón donde según una versión había compartido una cena con policías de Santa Isabel.
El juez de instrucción de los tribunales de Melincué, Carlos Risso, quien tomó el caso por la feria judicial y dispuso el arresto de los sospechosos, recuerda a enero de 1997 como un mes muy intenso. "Ordené las detenciones porque entendí que había probabilidad de que esas dos personas podrían haber tenido participación en el hecho", se limita a comentar al ser consultado por el caso.
Para el presidente comunal, Juan Enrique Lombardi, el caso forma parte de los sucesos extraordinarios que vive una comunidad pero que a pesar de su espectacularidad, al no registrar nuevos desarrollos, pasan al olvido. De hecho, en el pueblo no hubo más presión para que se aclare el crimen.
A un año de la muerte de Ruesta Viñas hubo una marcha hacia el juzgado de Hugo Perassi, quien desestimó las detenciones ordenadas por Carlos Risso. "Las autoridades judiciales nos dijeron que esperaban que alguien se quebrara para esclarecer el tema", recuerda Lombardi.
Para el presidente comunal, la gente siente que (la muerte de Ruesta Viñas) es algo más que quedará impune; no se vio voluntad de esclarecer en cuanto a la investigación más profunda". Lombardi está convencido de que "hay gente que vio algo más y que tiene miedo de decirlo". Y a cinco años del asesinato, ese silencio parece más impenetrable que nunca.



El auto donde estaba el cadáver fue incendiado.
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