El escenario internacional se avizora "positivo" pero "difícil" para sector agroalimentario argentino y está atado a un conjunto de circunstancias entre las que se destacan la evolución de las negociaciones externas y la continuidad del crecimiento económico mundial y en particular la de los clientes de la Argentina. Así lo resume un informe elaborado por el Instituto Internacional para la Cooperación Agrícola (Iica), el cual presenta un optimismo moderado para el sector en función del desempeño exportador argentino de la última década, que fue muy positivo en los últimos años pero se detuvo con las crisis mundiales y locales a partir de 1998.
El estudio indica que la canasta exportadora del sector agroalimentario argentino si bien avanza en la dirección de mayor peso de productos elaborados, todavía está distante del mayor grado de elaboración y diferenciación que se evidencia en el resto del mercado mundial.
De este modo, pese al crecimiento de los productos elaborados (MOA) en la estructura de las exportaciones argentinas por efecto del desarrollo de varias ramas de la industria alimentaria, los commodities aún siguen liderando las ventas externas y definen el perfil de la Argentina en el mundo.
Con lo cual, hablar de crecimiento del sector implica que se trace "una política de promoción de exportaciones y se adopten medidas que requieren de la cooperación de los sectores público y privado", explica el Iica.
El comercio en la década
El comercio exterior agroalimentario argentino creció notablemente en la última década y está concentrado esencialmente en los productos agropecuarios y alimentos, ya que la importación de estos rubros alcanza sólo al 11% de las exportaciones, en el promedio de la década.
El valor exportado alcanzó el punto máximo en 1998, con 15.356 millones de dólares y descendió en 1999 y 2000 a 13.300 millones, como consecuencia de la crisis de demanda internacional y de la caída de precios.
Entre 1990 y 2000 las exportaciones de origen agropecuario (primarias y MOA) aumentaron un 66 por ciento y registraron una tasa anual de crecimiento acumulada del 5,2 por ciento.
Este buen desempeño fue producto de un importante aumento de producción que permitió compensar parcialmente las sostenidas caídas de precios de los commodities que se dio en todo el mundo.
En rigor, el comercio de bienes agropecuarios fue mucho más afectado que el de otros bienes por la crisis financiera y económica que atravesó el mundo a partir de 1997.
Frente a la debacle financiera los países directamente afectados redujeron su demanda de alimentos y paralelamente la producción mundial de commodities agrícolas continuó creciendo por efecto del recrudecimiento de las políticas proteccionistas en los países industrializados.
Como efecto inmediato, los precios de los commodities cayeron sostenidamente y se produjo una disminución en el valor de las exportaciones, pese a que los volúmenes exportados de cereales y oleaginosas crecieron durante el período 1994/99.
Aunque la Argentina no puede escapar a las generales de la ley y la evolución de su comercio exterior agroalimentario está fuertemente influido por los acontecimientos mundiales, durante la crisis acusó sus particularidades. Por caso, las ventas externas agroalimentarias argentinas mostraron un mayor dinamismo que las mundiales en el período 1993-1997, pero sufrieron más la caída entre 1997 y 1999.
Entre 1990 y 1999 las exportaciones argentinas de origen agropecuario crecieron un 67 por ciento duplicando el crecimiento de las exportaciones mundiales, que fue del 30 por ciento.
La pata argentina en el mundo
El informe del Iica revela que "la participación argentina en el comercio mundial de alimentos y productos básicos creció en la década, pasando del 2 por ciento en 1990, al 3 ciento en 1998, con un retroceso en 1999, donde se ubicó en el 2,7 ciento".
Los productos argentinos tienen una baja participación en las importaciones de alimentos de los países de altos ingresos y de Asia -alrededor del 2 ciento-pero en cambio, son muy importantes en las importaciones del Mercosur (36 por ciento) y de Chile (42 por ciento) desde 1999.
En los demás mercados los productos argentinos llegan a cubrir en promedio un 2 por ciento de las importaciones.
De acuerdo al estudio del Iica, "esta baja participación es resultado de varios factores como: la insuficiente oferta agroalimentaria para exportación, en cantidad, calidad y diferenciación; las restricciones de acceso a mercados para productos agropecuarios y alimentos en los países de altos ingresos, con trabas de cuotas, aranceles específicos y escalonamiento arancelario en relación al grado de procesamiento y la insuficiente acción de desarrollo de mercados.
El comercio mundial
En la década del 90 el valor del comercio mundial tuvo un crecimiento vertiginoso en el período 1994-1996 y a partir de ese año quedó prácticamente estancado hasta 1999 para recuperarse en 2000.
El comercio de bienes agropecuarios tuvo una pauta similar a la del comercio total desde 1980, la que se rompió con la crisis de 1997. Desde ese año hasta 1999 a pesar de que los volúmenes comerciados no cayeron, el valor de exportaciones agropecuarias disminuyó por la reducción del precio de las commodities, determinando una tasa negativa de crecimiento en los últimos años de la década.
Esto fue por efecto de dos fenómenos: por un lado la caída de demanda de los países en crisis en 1997/98 y por otra, el aumento de oferta estimulado por las políticas proteccionistas de la agricultura en los países industrializados.
Como consecuencia, la participación del comercio agrícola en el total bajó del 9 por ciento en 1990/91 al 8 por ciento en 1998/9.
Al compás de la economía
"La evolución de la economía influye decisivamente en las grandes variables del comercio agroalimentario", indica el informe del Iica. De ese modo, en los países más ricos la demanda global de alimentos varía escasamente con el ingreso, aunque aumenta en forma más que proporcional la demanda de productos diferenciados y de especialidades, de mayor valor unitario.
En cambio, en los países de bajos ingresos, el crecimiento se refleja directamente en la demanda de alimentos básicos, principalmente proveedores de calorías. Mientras que en los países en desarrollo que están creciendo se incrementa la demanda de proteínas animales provenientes de diversas carnes y lácteos y en algunos casos, esto repercute aumentando su demanda de alimentos para animales.
La economía mundial creció en la década del noventa a un promedio del 2,5 por ciento, menos que en la década pasada, donde había alcanzado porcentajes superiores al 3 por ciento.
El crecimiento se dio en la primera mitad y fue bajando a partir de 1997 con la crisis asiática que se trasladó a Rusia, Indonesia y en menor medida a Brasil. En el 2000 el FMI estimó un crecimiento del 4,7 por ciento tras la recuperación de varios países de Asia y el continuado y prologando crecimiento de la economía estadounidense.
En ese escenario, se dio un alto grado de concentración de la capacidad de demanda en los países denominados "de altos ingresos" como Estados Unidos, Canadá, los países de la Unión Europea, los de Oceanía, Japón, Hong Kong y otros.
En 1999 este grupo de "mayores ingresos" absorbía el 78 por ciento del ingreso mundial mientras que el resto de las regiones se repartía el 22 por ciento restante.