Córdoba.- Un trabajador despedido de una fábrica de calzado del barrio cordobés de General Bustos mantuvo ayer como rehén durante tres horas a su ex empleador para exigirle el pago de una indemnización. Antes de entregarse y al verse rodeado por la policía, el hombre se suicidó de un disparo en el mentón.
Fuentes policiales informaron que el episodio se inició alrededor de las 12 en el establecimiento fabril Lozano, situado en Cabo Contreras 433, del barrio General Bustos al norte de la capital cordobesa.
El trabajador despedido de esa firma, identificado como Ricardo Federico Camargo, de 30 años, ingresó armado con un revólver calibre 32 y tomó como rehén a su ex empleador, Paulino González, luego de disparar al aire y obligar al resto del personal a retirarse.
El hombre reclamaba que el dueño del establecimiento le pagara el dinero correspondiente a la indemnización por su cesantía, mientras lo acusaba de incumplidor, dijeron las fuentes.
De acuerdo a los declarado por la esposa de Camargo, el hombre había sido despedido el 28 de diciembre último, luego de trabajar en la fábrica durante 15 años.
Cuando la policía se enteró de lo que sucedía rodeó la fábrica y comenzó a negociar con el trabajador para que se entregara y liberara sano y salvo al rehén.
Del diálogo al drama
El subjefe de la policía provincial, José Olmos, explicó que las conversaciones entre el captor y los mediadores se iniciaron rápidamente por medio de un teléfono, lo que permitió que la situación estuviera "en todo momento controlada".
El uniformado aseguró Camargo contó con todas las garantías y respuestas a sus exigencias, entre ellas mantener contacto con gente de los ministerios de Trabajo y de Solidaridad y del sindicato de calzado.
Pero el reclamo constante del captor era siempre el mismo: que su ex jefe le pagara una indemnización mayor, ya que no estaba conforme con la que había recibido por sus 15 años de trabajo.
Sin embargo, el subjefe policial deslizó que ese no sería el único motivo que llevó al hombre a tomar esa actitud, sino que aparentemente tenía otros problemas personales que lo tenían muy alterado.
A lo largo de las tres horas que mantuvo a González como rehén, Camargo pidió la presencia de una cronista y de un camarógrafo de Canal 10 de Córdoba para garantizar su integridad física.
Alrededor de las 14.30, la madre y la esposa del captor arribaron al lugar y, en vano intentaron convencerlo de que depusiera la actitud. Una hora después, la policía ya había resuelto irrumpir en la fábrica y terminar con la extensa toma de rehenes al ver que se extendía el plazo que el propio Camargo había pautado para entregarse.
Fue así que agentes policiales arrojaron una bomba de distracción en la fábrica e ingresaron. Al ver a los policías, Camargo soltó sano y salvo a González y, con el arma que tenía, se efectuó un disparo a la altura del mentón.
En estado de suma gravedad, el hombre fue trasladado al Hospital Municipal de Urgencias de Córdoba, donde murió minutos después.
En el interior de la fábrica, la policía encontró una carta escrita por Camargo, en la que aparentemente dejó explicados los motivos por los cuales mantuvo cautivo a su ex empleador, dijeron las fuentes. El subjefe de la policía cordobesa explicó que en la misiva, que era analizada por peritos judiciales, Camargo manifestó tener varios problemas que iban más allá de lo laboral. (Télam)