La asunción de Eduardo Duhalde como presidente de la Argentina provocó un cimbronazo en el seno del peronismo.
A pesar de que el bonaerense procura atender a todos los sectores para conformar una "red de contención" a su flamante gestión, las cosas no serán sencillas en el peronismo a plazo fijo.
Uno de los datos más relevantes es que el futuro político de Carlos Ruckauf queda, virtualmente, a "tiro de decreto".
La decisión del gobernador de dejar su cargo para ir a la Cancillería parecería implicar un posible debilitamiento en su aspiración presidencial hacia el 2003.
Sin capacidad de pago político -como sí lo tiene en la gobernación-, imposibilitado de "construir" su propio andamiaje con un cargo que le exigirá estar fuera de la Argentina y, con el puesto "asegurado" sólo hasta que Duhalde quiera, Ruckauf no parece haber elegido un buen cambio.
"La Argentina está viviendo una hora terminal. Especular es una locura. Me juego el todo por el todo", dijo Ruckauf.
Aunque el gobernador no lo diga, sólo aparece hoy como beneficio en su favor el abandonar la hoguera que por estos tiempos representa la provincia, un distrito difícil, quebrado, con alta desocupación y convulsión social.
¿Será un beneficio o un lastre no poder incluir entre sus logros el haber administrado con éxito durante un período completo la principal provincia del país?
Con los tapones de punta
Para otro presidenciable, como De la Sota, la situación es diferente, pero no mucho más cómoda. El cordobés se opuso hasta último momento a la designación de un presidente hasta el 2003 y no sólo reclamó elecciones, sino que también motorizó operativos contra Duhalde.
De una reunión en la que él participó, junto a Néstor Kirchner y otros gobernadores salió la propuesta a Carlos Reutemann para que le diera batalla a Duhalde, hecho que no cristalizó frente a una rápida evaluación de fuerzas hecha por el santafesino. Kirchner también sufre los efectos de la designación duhaldista. No sólo porque se opuso -y su mujer ni siquiera votó en la Asamblea- sino también porque se vio forzado a rechazar el convite para ser jefe de Gabinete. Si había despotricado contra un eventual mandato de Duhalde hasta el 2003, ¿qué margen le quedaba como para sumir un cargo? \Carlos Menem, en tanto, ha mandado a decir que apoya el gobierno de Duhalde porque primero está el país. Sin embargo, todo el mundo sabe que casi no hay chances de un apoyo político efectivo de Menem al ahora presidente. Ambos tienen una disputa histórica a la que, en los últimos tiempos, se sumó una causa judicial por la conducción partidaria.
La necesidad de renovar las autoridades del consejo nacional podría desembocar nuevamente en una dura interna entre Duhalde y Menem. Pero claro, ahora los tiempos parecen haber cambiado y el escenario, siempre parece propicio para quien tiene la sartén por el mango.
De cualquier manera, no hay clima para olas en el partido. Todos saben que, de una u otra forma son parte del mismo barco y que, si se va a pique, se hunden todos.