 |  | cartas ¡No se ría de nosotros!
 | Si bien transitamos un estado de "anomia" (Durkheim) los argentinos recuperamos el 21 de diciembre, nuestro sentido de pertenencia y como aquel 25 de Mayo, en que los paraguas simbolizaron las ansias de independencia, resignificamos las cacerolas vaciadas por la granada financiera, las convertimos en instrumentos de rechazo y protesta con el que dimos un gran "con-cierto". Los argentinos estamos en un proceso de grandes cambios, comenzamos repudiando los rostros de quienes regaron sus jardines con lágrimas de niños desnutridos y adultos frustrados. No los matamos, como hicieron los actores de otras revoluciones, inventamos un nuevo modo de echarlos. Fue un acontecimiento inédito y hasta nosotros nos asombramos por esa unicidad plasmada en multiplicidad contra la complicidad de representantes y funcionarios "mal intencionados". Tal vez la memoria colectiva desenterró ese otro diciembre, exactamente el 6, pero de 1872, cuando nació el Martín Fierro, no se si usted leyó, vale la pena hacerlo, le envío dos de sus versos: uno para usted y otro para nosotros: "En su ley está el de arriba/si hace lo que le aproveche/ de sus favores sospeche/ hasta el mesmo que lo nombra/siempre es dañosa la sombra/ del árbol que tiene leche. Los hermanos sean unidos/porque esa es la ley primera/tengan unión verdadera/ en cualquier tiempo que sea,/porque si entre ellos pelean/los devoran los de ajuera". Si usted se diera cuenta, qué hermanos somos todos los que habitamos esta tierra y época, seguramente no se reiría, estaría preocupado como cualquier padre por evitar que la infidelidad a los hijos borre las huellas de la "con-fianza" en quienes transitamos hoy la tierra. Mirta de Javkin
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