San Pablo. - Un Luiz Inácio "Lula" Da Silva que corre desde la izquierda hacia el centro, el rutilante ascenso de la gobernadora Roseana Sarney y las dificultades crecientes del presidente Fernando Henrique Cardoso para imponer a su sucesor fueron los datos salientes del año político en Brasil, a escasos 10 meses de las presidenciales de octubre del 2002.
En un país donde los partidos políticos no tienen una tradición movilizadora, el pulso de la carrera hacia las comicios del 2002 estuvo marcado por la propaganda y los sondeos, que fueron liderados durante todo el año por Lula, con entre el 30 y el 35% de la intención de voto. Lula, un ex dirigente sindical, perdió las últimas tres elecciones y, convencido de que "esta vez no podemos fallar", el líder del Partido de los Trabajadores arrió las banderas del no pago de la deuda externa, la reforma agraria y las nacionalizaciones para adoptar un programa light.
Lula apostó a Duda Mendonca
En paralelo, Lula contrató a Duda Mendonca, el "padre" de la propaganda política en Brasil, provocando algunos tumultos dentro de su partido ya que el experto se volvió famoso por su trabajo en favor de Paulo Maluf, un caudillo conservador de San Pablo que es enemigo jurado del Partido de los Trabajadores (PT). Pero, Lula tiene sus problemas: según el último sondeo de Datafolha, enfrenta un rechazo del 29% a nivel nacional, que en la ciudad más poblada del país, San Pablo, se eleva al 37%.
A principios de año, Lula confiaba en que la gestión en San Pablo de la alcalde Marta Suplicy, del PT, se convirtiera en una buena vidriera para su candidatura, pero Suplicy, enredada en problemas amorosos, todavía no ha satisfecho esas expectativas. A ese rechazo se suma la tradicional desconfianza de los dueños del poder económico que no le perdonan su pasado sindical y de izquierda y que en Brasil tienen mucha influencia en la agenda y los énfasis de los principales medios de comunicación.
La gran novedad de la política brasileña fue la aparición de Roseana Sarney, un bonita mujer de 48 años que gobierna el Estado de Maranhao, en el Nordeste, uno de los tres más pobres del país. Roseana Sarney es un apellido del poder: es hija del senador y ex presidente José Sarney (1985-1989), quien encabeza un riquísimo clan familiar que, con sus aliados, gobierna Maranhao desde 1964.
Ella pertenece al Partido del Frente Liberal, una pragmática fuerza de derecha que participa del gobierno nacional al menos desde mediados de los 60 y que ahora integra la coalición que respalda al presidente Cardoso. En agosto, Roseana Sarney sólo era conocida en Maranhao, pero su partido lanzó una agresiva campaña televisiva, con ella como protagonista exclusiva, que la catapultó a los primeros planos de la política nacional.
En apenas cuatro meses, Roseana Sarney se consolidó en segundo lugar en los sondeos y, según la última encuesta de Datafolha, es la única candidata capaz de derrotar a Lula en eventual segunda vuelta.
Los comicios están pautados para el primer domingo de octubre, pero, si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta, habrá una segunda vuelta entre los dos más votados. Así fue que Lula perdió la elección de 1989, contra Fernando Collor de Mello, expulsado a los dos años por corrupción.
También Roseana Sarney presenta sus flancos débiles: su Estado, Maranhao, es uno de los más pobres del país, y, luego del abrupto final de Collor de Mello, los políticos nordestinos no son bien vistos en el sur y sudeste desarrollados.
El ascenso de Roseana, como la conocen en Brasil, alegró a los industriales, que es gente muy poderosa en este país, pero el propio titular de la Federación de Industriales del Estado de San Pablo (FIESP), Horacio Lafer Piva, advirtió que "aún no conocemos su programa de gobierno". Roseana Sarney opacó a otros postulantes, como el gobernador de Río de Janeiro, Anthony "Garotinho" de Oliveira; el gobernador de Minas Gerais, Itamar Franco, y el ex ministro, Ciro Gomes.
La rutilante aparición de Roseana Sarney indica que un candidato de la base gobernista está en condiciones de avanzar hacia una segunda vuelta contra Lula, pero también es un problema para el presidente Cardoso.
Cardoso está, al menos en teoría, un poco más al centro que Roseana Sarney y le gustaría que su sucesor sea el ministro de Salud, José Serra, quien también vive en San Pablo, la capital económica y financiera, como él. Pero, Serra, a quien se le reconoce su capacidad, no tiene carisma y no despega en los sondeos.
Además, el último sondeo de Datafolha revela que Cardoso, desgastado tras siete años de gobierno, está perdiendo fuerza para imponer a su sucesor: el 51% de los electores, 8 puntos más que en septiembre, señala que no le importa a quien apoyará el ahora presidente cuando llegue la hora de votar. (Ansa)