La Guardia Nacional estadounidense comenzó ayer las labores para ayudar a la ciudad de Buffalo, en la frontera con Canadá, a librarse de los más de dos metros de nieve que tienen paralizada a su población. Además de los militares, también los servicios municipales de Toronto y Rochester están ayudando a las atribuladas autoridades de Buffalo, donde viven unas 300 mil personas, a despejar la nieve de la ciudad. La nieve que viene cayendo desde hace seis días en la zona de los Grandes Lagos está marcando un récord histórico para la región, después de un noviembre extrañamente sin nevadas. Los pobladores de la zona vivieron hoy un pequeño respiro cuando vieron columnas de nubes moverse rápidamente dejando paso a los tibios rayos del sol, pero el servicio meteorológico previó que las nevadas retornarán en las próximas horas. La ciudad se encuentra en estado de emergencia desde principios de esta semana y está en vigencia una prohibición para conducir automóviles, los que -de hecho- se ven por todas las calles cubiertos de gruesas capas de nieve. Buffalo, al sur del Lago Eire y cerca de las cataratas del Niágara, es reconocida por las nevadas abundantes, pero es sorprendente el volumen caído en los últimos cinco días. La tormenta con precipitaciones récord -que se inició en la víspera de Navidad y después de un noviembre y diciembre con tiempo extraordinariamente templado- cubrió automóviles, montes de arbustos, recipientes de basura y casillas postales, ventanas, así como bloqueó las puertas de las viviendas. Hasta ahora, dos muertes fueron atribuidas a la tormenta: un hombre de 83 años que falleció el viernes en Cheektowaga, cuando la fuerte nevada produjo el colapso de un cobertizo, y una mujer que murió en un accidente automovilístico sobre una ruta resbaladiza por el hielo en Lewiston. (Ansa)
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