A nivel internacional, el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones comerciales y la incorporación de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC) se convirtieron en los hechos principales del año agropecuario.
Ambos procesos, cuyos efectos se verán en el futuro próximo, se aceleraron con el nuevo orden mundial que comenzó a dibujarse luego de los atentados terroristas en Estados Unidos y el conflicto en Afganistán.
Tras el fracaso de la reunión de Seattle en 1999, los países integrantes de la OMC lograron lanzar en Qatar una nueva ronda de negociaciones comerciales que, si bien no garantiza el fin de los subsidios, sí pone en la agenda de discusión las trabas y el proteccionismo en el comercio internacional, sobre todo de parte de los países del primer mundo.
El cambio de prioridades económicas, con la necesidad de volcar mayores recursos financieros a la seguridad y a las políticas de reactivación de la economía mundial, se combinaron con la búsqueda de un nuevo equilibrio geopolítico para abrir una brecha por la cual los países productores de commodities que luchan contra los subsidios pudieran ampliar sus posibilidades de comercio internacional.
"Después de los atentados, el mundo unipolar de la década del 90, donde Estados Unidos era la superpotencia dominante, se transformó en un mundo unimultipolar, en el que la principal potencia deberá negociar con las potencias regionales, como China o Brasil, para encontrar un nuevo equilibrio político mundial", señaló en su paso por argentina Samuel Huttington, el autor del libro "Choque de Civilizaciones".
Jeffrey Garten, decano de la Yale School of Management, abonó esta teoría. Señaló que "Estados Unidos se embarcó en el diseño de una nueva estructuras multilateral, y el primer paso fue el esfuerzo para que la conferencia de la OMC se realizara y, más aún, no fracasara. Era importante el lanzamiento de una nueva ronda comercial, a modo de shock de confianza".
En esa reunión se consagró el ingreso de China a las normativa que rige el comercio internacional, lo cual no es poco para un país que crece a tasas del 9% en medio de una recesión mundial y que es uno de los principales exportadores (249.200 millones de dólares) e importadores (225.100 millones) del mundo.
La Argentina exportó al gigante asiático en el año 2000 unos 797 millones de dólares, un 56,7% más que el año anterior. El 66,7% de las ventas corresponden a porotos de soja, el 6,8% a harina y pellets de soja, el 4,2% a cueros y el 3,3% a aceite en bruto. Como resultado de su ingreso al sistema de comercio multilateral, China se comprometió a acotar la estructura arancelaria que grava con mayores aranceles a la importación de productos con mayor valor agregado, como el aceite. Una vez que se haya dado cumplimiento a todos los compromisos asumidos, el arancel medio consolidado por China para los productos agropecuarios se reducirán al 15%. En el caso de los bienes industriales, al 8,9%.
Porvenir para China
También aceptó limitar sus subvenciones agrícolas e inició un programa para avanzar en reformas al mercado granario en las principales provincias productoras.
Para Garten, "China será en el siglo XXI el país más importante del siglo después de Estados Unidos, su ingreso a la OMC es una oportunidad y un problema, aceptó condiciones que ningún otro país hubiera ofrecido a cambio de ser parte de la estructura global de poder pero también está sometida a una gran presión interna, con 100 millones de campesinos que se fueron a las ciudades aumentando la tensión social, ese país se extendió tanto en sus compromisos que no se sabe si podrá cumplirlos".
Su ingreso al sistema comercial multilateral es, por añadidura, una nueva voz en las disputas entre países desarrollados y en desarrollo en torno de un intercambio más justo a nivel internacional. Los 300 mil millones de subsidios que los países ricos gastan para mantener su agricultura contrastan con la orfandad de los productores de países como Argentina y Brasil, que sólo sobreviven a fuerza de competitividad pura.
En esa puja a nivel mundial, la demanda entablada por Brasil ante la OMC por el sistema de precios sostén de Estados Unidos a la soja,a la que todavía Argentina no decidió sumarse. La pelea está lanzada.