Tras los últimos acontecimientos vividos en las pasadas dos semanas, todavía increíbles para la mayoría de los ciudadanos, ya que se esperaba que ciertas cosas no se volvieran a repetir nunca más, la ciudadanía asiste perpleja a lo que se prevé como un futuro incierto.
En este contexto, hablar de dignidad, justicia o derechos individuales llega al extremo de hasta parecer un gran absurdo, y no porque no sea básico sino simplemente porque las prioridades en estos momentos son otras.
No hay margen. La coyuntura y el día a día lleva todo el tiempo. En realidad, el lapso que le queda a la gente entre banco y banco.
Balde de agua fría
Para el campo, que para colmo recibió el "balde de agua fría" de la nueva postergación de la reapertura del mercado de la Unión Europea para la carne, por lo menos por un mes más, las complicaciones no son menores.
Aunque en los últimos días se abrió un breve compás de espera con el arribo del nuevo gobierno, el arrastre generado pro los paros de camiones, huelgas, amenazas de más impuestos, incertidumbre sobre las deudas, corte de la cadena de pagos, etc., sobre los que no hace falta abundar, ya que cada uno conoce muy bien lo que sucedió durante todo diciembre, acercan cada vez más la posibilidad de que el parate llegue también a la producción, ahora vía no comercialización.
Lógicamente, tal alternativa sólo es factible para los no perecederos, caso carne y granos, mientras que a los productores tamberos, frutícolas u hortícolas, no les queda más remedio que seguir adelante, al menos hasta levantar lo que está creciendo, como les sucede a los productores de verduras.
Por otra parte, crece la inseguridad en el transporte, ni hablar sobre las posibilidades de cobro. Hoy, ¿quién se anima a vender o siquiera a transportar? ¿a qué precio? ¿en qué moneda? ¿con qué garantía?
Así las cosas, se llega a un fin de año en el que las buenas noticias fueron una rareza, y en el que el desconcierto sobre el provenir es la única moneda corriente.
Casi parecería masoquista hacer un balance anual. Sin embargo, a pesar de la situación que se vive, no se puede suponer que un esquema como el actual pueda mantenerse más tiempo ya que es prioritario que se reinicie mínimamente la actividad comercial y se recomponga lo poco de la cadena de pagos que aún está en pie.
Expectativas favorables
Con el cambio oficial se abrieron algunas expectativas favorables aunque luego, varios de los nombramientos y de las primeras decisiones, volvieron a arrojar un manto de duda sobre lo que puede venir. Estamos atrapados, ¿sin salida?
Por el lado de la agricultura, el hecho de haber repuesto en el cargo a un ex subsecretario de la década pasada trajo bastante alivio, aunque se sabe que no es demasiado lo que podrá hacer.
La falta de recursos económicos, las líneas de funcionarios técnicos diezmadas, las presiones para "colocar" a gente en distintos cargos jerárquicos (no todos capacitados o desinteresados) acotan aún más las chances.
Pero, fundamentalmente, el hecho es que los principales problemas que hoy tiene el sector no se definen en el sector, es decir, no son resorte de la Secretaría de Agricultura sino de otras áreas, tal el caso de la política monetaria y de la fiscal, principales cuellos de botella para la producción agroindustrial de estos días.
Como si fuera poco, aún no queda demasiado claro si va a haber o no elecciones, si cambian los equipos técnicos de gestiones anteriores o se quedan, si vale la pena o no encarar reestructuraciones imprescindibles pero que no son viables en apenas 60 días, y una serie de asuntos más que necesita el sector interna e internacionalmente.
Y es justamente por este contexto que lo que prima hay en el interior es la incertidumbre que, para bien o para mal, se deberá ir despejando en los próximos días.
Aún así, y tal vez porque forma parte de la esencia de los hombres de campo, la apuesta sigue siendo hacia el futuro y que el año que está a punto de comenzar traiga paz y producción para todos.