Las familias de los empleados de frigoríficos suspendidos este año esperaron con ansiedad la noticia de la reapertura de los mercados internacionales para la carne argentina. Una realidad que quizás escapa de su vida cotidiana pero que se tornó en el argumento que sostiene la posibilidad de volver a tener trabajo. Pero parece que Papá Noel se olvidó nuevamente en estas fiestas de traer las buenas noticias.
El año empezó y terminó con las puertas clausuradas a esa posibilidad y siguen las negociaciones para que esto sea algo más que un buen deseo y una promesa.
El sector ganadero y frigorífico sufrió más de cerca que nunca los efectos de las malas decisiones políticas, los ocultamientos cuando la aftosa de desató crudamente en los campos argentinos y disparó una de las crisis sanitarias más importantes del sector.
La pesadilla comenzó en el 2000, se blanqueó a comienzos de 2001 y sobre el final de año, continúan las zonas grises.
Ahora la promesa es que en los comienzos de 2002 se vuelvan abrir las exportaciones a la Unión Europea. Aunque esas zonas grises se convierten en agujeros negros cuando se trata de garantizar políticas coherentes para un sector en estado de emergencia. Hay más preguntas que respuestas y más riesgos que garantías.
Zonas grises, agujeros negros
Las últimas informaciones dan cuenta de las dificultades para asegurar las vacunaciones, una de las principales armas para combatir el maldito flagelo que parece instalado muy cómodamente en el ganado argentina.
Pasó el tiempo, también funcionarios y a más de un año del rebrote no apareció ningún responsable para cerrar un ciclo y comenzar otro más transparente. Continúan las sospechas, los silencios, las broncas y sobre todo la aftosa. Aún cuando los focos se hayan achicado, nadie se atreve a pensar que esto pueda ser algo del pasado.
En la medida de que no se rompan las "alianzas de silencios" y se sigan poniendo todos los esfuerzos en hacer apariencias más que en garantizar los resultados, el futuro de la producción y comercialización de carnes en Argentina seguirá a los tropiezos con caídas aún mayores de las registradas.
Mientras tanto, otros competidores van ganando los lugares perdidos y se hace más difícil recuperar ese lugar de privilegio que tanto se peleó por obtener.
Ojalá que los buenos deseos y las promesas se conviertan en una realidad concreta en el plazo más mediato. Que se entienda que el silencio no es el mejor aliado para recuperar lo perdido.
El sector no tiene más margen para nuevas equivocaciones.