Año CXXXV
 Nº 49.344
Rosario,
sábado  29 de
diciembre de 2001
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Preguntas

Juan José Millas (*)

Si en la vida real hay gente que interpreta los sueños, en los sueños, por pura simetría, debería haber gente que interpretara la realidad. Y se llamarían reanalistas, que no quiere decir analista doble, sino analista de lo real. Cualquiera conoce el significado de soñar que se es ministro de Defensa, pero ¿qué significa serlo? No tenemos ni idea. Hay libros donde se explica qué quiere decir soñar que vuelas, pero nadie sabe qué significa volar de verdad. Yo siempre que cojo el avión me lo pregunto.
¿Qué rayos quiere decir entrar en un tubo de acero, y aparecer al cabo de cincuenta minutos (lo mismo que dura una sesión de análisis, curiosamente) en Barcelona? Quizá los pasajeros del puente aéreo tienen esa expresión alucinada porque no encuentran el sentido de ir de un lado a otro.
Lo peor, con todo, es cuando te duermes en el avión y sueñas que vuelas. El otro día, yendo precisamente a Barcelona, me ocurrió. Cuando le pregunté a mi psicoanalista qué significaba soñar que vuelas al mismo tiempo que vuelas, me devolvió la pregunta astutamente, siempre lo hace. "Podría significar que tengo una sexualidad redundante", dije yo con cautela. Me pidió que le explicara en qué consistía eso y aventuré la posibilidad de que una sexualidad redundante consistiera en haber querido matar dos veces a tu padre y haberte querido acostar dos veces con tu madre.
Ella permaneció en silencio, porque prefiere que sea yo el que haga las interpretaciones, para ahorrar, pero decidí callarme y al poco me quedé dormido en el diván. Soñé que me encontraba en la consulta de un reanalista, al que pregunté el significado de soñar que vas a la psicoanalista. "Yo no analizo sueños", dijo, "sólo realidades". Entonces le pregunté por el significado de la plusvalía. "¿Qué cree usted que significa?", contraatacó él. Dije que tal vez quería decir que teníamos una sexualidad redundante. Quiso saber qué era una sexualidad redundante, pero no se lo dije porque se parecía muchísimo a mi padre, al que he querido matar dos veces. Cuando me desperté, habían pasado los 50 minutos de vuelo y no me dio tiempo a analizar este sueño con la psicoanalista, que casualmente se parece a mi madre. Todo son preguntas.

(*) El País (Madrid)


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