La enorme cantidad de humo suspendido sobre Sydney y sus alrededores obstaculizó ayer los esfuerzos de miles de bomberos y voluntarios, procedentes de toda Australia, que intentan combatir el centenar de incendios forestales que desde el día de Navidad están fuera de control y rodean la ciudad desde el sur y el este por unos 600 kilómetros.
Se trata de una frenética carrera contra reloj: para el fin de semana se prevén nuevamente condiciones infernales, con el regreso de fuertes vientos y temperaturas de hasta 40 grados, en tanto no se prevé una lluvia significativa por otros 10 días.
Si esta vez los primeros incendios fueron encendidos por rayos hace un par de semanas, una buena parte se deben en cambio a la obra de pirómanos. La policía formó un equipo para investigar sobre acusaciones y sospechas de dolo en 40 de los 100 incendios que aún arrecian.
Las autoridades australianas indicaron que serán infligidas las máximas penas -hasta 14 años- a quien sea hallado responsable de algún incendio.
Tres quinceañeros fueron arrestados anteayer, acusados de haber encendido pequeños incendios luego dominados, en las cercanías de Wollongong, al sur de Sydney, y fueron confiados a la Justicia de menores.
Un joven de 20 años fue arrestado en la periferia oeste de Sydney por haber encendido un fuego cercano a la línea ferroviaria, mientras en Canberra un adolescente de 19 años fue arrestado tras haber encendido fuego sobre hierba seca a poca distancia del parlamento.
La inclemencia del fuego
Las autoridades australianas se aprestan a movilizar hasta 15 mil bomberos y voluntarios durante el fin de semana. Un vocero de los bomberos de Nueva Gales del Sur, el estado donde se erige Sydney, informó que están por llegar equipos de refuerzo desde otros tres estados, para asegurar la presencia permanente de 7 mil hombres en el terreno.
Ayer el humo hizo casi imposible acceder los incendios preventivos a lo largo de las "líneas de contención", y buena parte de los bomberos concentraron sus esfuerzos en la protección de las propiedades. "Es muy difícil identificar exactamente dónde está el frente del fuego y en qué dirección se mueve, debido a la enorme cantidad de humo", dijo el vocero.
Cientos de casas y propiedades agrícolas fueron destruidas en los últimos tres días, se perdieron 6 mil cabezas de ganado y unas 9 mil personas tuvieron que ser evacuadas. Miles de animales salvajes -entre ellos koalas y canguros- murieron, y unos mil kilómetros cuadrados de parques nacionales resultaron destruidos.
Por segunda vez en siete años, el gran Royal National Park al sur de Sydney, el parque nacional más antiguo del mundo después de Yellowstone, en Estados Unidos, quedó casi completamente devastado.
Por el contrario, no hubo muertos o heridos graves, a diferencia de los incendios que amenazaron Sydney en 1994, durante los cuales murieron cuatro personas, mientras los bomberos salvaron al menos 11 mil casas que de otro modo se habrían quemado.
El ciclo de las hogueras
Según Phil Cheney, uno de los principales expertos australianos, estos incendios forestales son parte de un ciclo recurrente, aunque los intervalos parecen hacerse más breves. "Condiciones como éstas se verifican en algunos lugares de Australia cada tres años aproximadamente. Pero en una localidad dada, el ciclo es de 10 años, aunque esta vez habían pasado sólo siete", dijo.
Las investigaciones hasta 1850 muestran que las malas temporadas de incendios se verifican en algunos lugares de Australia en promedio cada 13 años.
El calor de estos días, por otra parte, afecta a gran parte de Australia oriental, incluyendo Queensland (junto a la Gran Barrera de Coral), donde en un pueblito llamado Boulia la temperatura llegó a 44 grados y provocó una gigantesca pelea entre los habitantes, obligando a cerrar el único "pub".
Los únicos dos policías del lugar tuvieron que pedir refuerzos a cientos de kilómetros de distancia, y usaron spray a base de pimienta para domar a los revoltosos, algunos de ellos armados con bates de béisbol. (Ansa)