Rubén Darío Pérez tiene 39 años y es sargento. Esteban Ernesto Velázquez es agente y tiene 26. Ambos trabajan en el Comando Radioeléctrico de Arroyo Seco. Desde ayer están presos bajo sospecha de ser quienes mataron a Claudio Lepratti de un escopetazo. El crimen ocurrió el miércoles pasado, en la escuela de España y Circunvalación en cuyo comedor colaboraba Claudio, mientras la ciudad estaba sacudida por los saqueos.
Pérez y Velázquez fueron citados ayer por el juez Osvaldo Barbero, quien los indagó personalmente. Declararon durante un par de horas y después quedaron bajo arresto. Están imputados de homicidio simple, pero de ahí a que se pruebe su responsabilidad en la muerte de Lepratti todavía falta mucho.
Los policías declararon que en ese momento patrullaban la zona para la subcomisaría 21ª. En el móvil iban tres personas, pero sólo ellos dos bajaron y dispararon. Por eso el tercer hombre, que se encontraba al volante, no está imputado.
Intención "disuasiva"
El sargento y el agente dijeron que se dirigían a intervenir en otro episodio y que en el trayecto los atacaron con piedras. Según ellos, ni bien bajaron del patrullero escucharon disparos. Por eso abrieron fuego contra la terraza donde se encontraban Lepratti y otras tres o cuatro personas. Pero su intención, aseguraron, era sólo disuasiva.
Después de disparar se subieron otra vez al patrullero y se fueron. Al juez Barbero le habrían dicho que no sabían que alguien había muerto en ese incidente.
Ahora la investigación se centrará en las pericias. El juez quiere saber qué proyectil hirió mortalmente a Lepratti. El estudio está a cargo de los peritos de balística de la policía, pero Barbero hará revisar también los resultados por Gendarmería para garantizarles mayor transparencia.
Puede resultar clave la pericia que practicarán sobre un impacto que recibió el patrullero donde se encontraban los policías, ubicado del mismo lado donde estaba Lepratti. Fuentes de la investigación dijeron ayer que todavía no se sabe si es producto de un proyectil, pero no lo descartaron.
Mientras tanto, Orlando Lepratti, el padre de Claudio, viajó ayer desde colonia Los Ceibos, cerca de Concepción del Uruguay, para hablar con el juez. Orlando, de 58 años, todavía no puede creer que su hijo esté muerto.
"El pensaba darnos una sorpresa: iba a pasar Navidad con nosotros", confió ayer. Claudio se lo había contado a una mujer a la que estaba enseñando a leer. Cuando lo cuenta, Orlando se quiebra y llora.
Algo que sorprendió a Orlando es todo lo que su hijo hacía. "Siempre fue solidario, pero no sabía que ayudara tanto a la gente pobre", dijo. Ahora, él, la madre y los cinco hermanos que quedaron están quebrados. "Todos tenemos un dolor muy grande", confesó Lepratti padre.