 |  | cartas Expreso mis sentimientos
 | Al personal docente, Universidad Nacional de Rosario, presente. Queridos profesores: hoy estoy aquí, tratando de expresar con claridad mis sentimientos. Soy una docente de la provincia de Buenos Aires, que sufre como ustedes las consecuencias de la indiferencia del último gobierno que, más aún que los anteriores, se desentendió totalmente de lo que constitucionalmente le corresponde: atender la educación de todos los argentinos. Por lo tanto, comprendo y apoyo totalmente la lucha que tan dignamente realizan. Pero, además, soy madre de dos estudiantes de la UNR, que ve con profundo dolor peligrar el año lectivo de sus hijos. Sé de la legitimidad de vuestros reclamos; admiro profundamente la tenacidad y espíritu de lucha que siempre ha caracterizado a los docentes de la provincia de Santa Fe y por eso me atrevo a llamarlos a la reflexión. Pido que hagan un alto y vean con claridad hacia quiénes hay que dirigir los dardos en esta lucha. No es contra los estudiantes, que son la materia prima y el producto de vuestro trabajo, no es contra los padres de esos estudiantes, trabajadores como ustedes en su mayoría, que ven cómo su terrible sacrificio económico (real en este momento que nos toca vivir), naufraga detrás de los legítimos reclamos de los profesores y administrativos. No pido que bajen los brazos, no pido que resignen sus pretensiones, solamente pido que no les den a los enemigos de nuestra Nación lo que ellos desean: un pueblo inculto, ignorante, incapaz de pensar. Quisiera que hagan todo lo contrario de lo que el gobierno quiere: que permitan que vuestros alumnos estudien, que puedan rendir, que puedan recibirse, que les den la posibilidad de salir a luchar en la vida con el título que dignamente puedan obtener. Creo, honestamente, que no se le puede hacer más daño a nuestros gobernantes y a los que quieren terminar de esclavizarnos que preparar un pueblo digno, idealista, educado y pensante, y eso es algo que, si queremos, los docentes sabemos hacer muy bien. No olviden ni por un instante que esta no es la lucha de pobres contra pobres, que no se puede perjudicar a quienes decimos defender. Pido que, por un segundo, se pongan en el lugar de quienes, como yo, están en una situación límite utilizando sus últimos recursos para lograr que sus hijos puedan tener un futuro mejor. Insisto: no se trata de abandonar la pelea, sino de cambiar los métodos, buscando a aquellos que pongan bien en alto la dignidad del trabajador de la educación sin perjudicar a los que son el motivo de su existencia como docentes. Silvia Bilicich
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