 |  | cartas Castigo al que defrauda
 | Seguramente el proverbial autor de "Cambalache" si viviera hoy le agregaría un milenio más a la letra de su siempre actualizado tango. Lo acontecido desde el principio de este nuevo siglo y el creciente grado de perversidad institucional dan cuenta de la certeza profética de Discépolo. En nuestra geografía la especie que en mayor escala lo demuestra es la clase política. Si aún podemos llamarle país a este privilegiado territorio que habitamos es porque todavía nos quedan los símbolos y el mito de la patria. Es obvio que los responsables directos de la peor catástrofe económico-social de la historia argentina han tenido la gran suerte de haber nacido aquí y no en China, porque allí ya habrían sido fusilados. En un país musulmán les cortarían las manos. En Japón tendrían que suicidarse y en cualquier otro país del llamado Primer Mundo, por lo menos, estarían presos. Muy lejos de estos fallos, naturalmente justos, se mantienen en el mundo de la política sin reparos, algunos en los mismos cargos que supieron conseguir, otros insisten en ser reelectos y no pocos se pelean entre ellos con el fin de mejorar su posición. Por respeto a la dignidad de este pueblo, si tuvieran un ápice de conciencia deberían desaparecer del escenario político de por vida dejando lugar a otros. Oscar M. Ventura
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