 |  | Reflexiones 250
 | Rogelio Biazzi
250 veces por semana nos sentimos al borde del abismo y 250 veces nos caemos. 250 cosas por semana necesitamos y 250 facturas nos quedan por pagar. 250 minutos por día hacemos cola en alguna parte y 250 frustraciones nos esperan al final de la fila. 250 explicaciones nos dan sobre lo que podemos hacer y 250 veces no entendemos nada. 250 personas cada cuatro horas quedan en la pobreza y 250 ineptos no hacen nada. Cómo explicar la sensación que nos invade en estos días. Llueve sobre mojado y en Argentina parece que el agua va a tapar todo, los campos, las ciudades y hasta la remota esperanza que aún conservamos de tener un país mejor. Destinados a ser la Atlántida del siglo XXI nos hundimos, inevitablemente. Y mientras nos ahogamos, en Rosario se inaugura un puerto para poder amarrar más barcos. Quizás sirva para algo, siquiera para salvarnos en nuestras propias Arcas de Noé. Como a Egipto nos acechan las plagas, pero en lugar de ser 7 ya van 250. Son nuestras propias plagas naturales y humanas. La naturaleza y del hombre conjurados para hacer de nuestras praderas desiertos de arena o de agua. De nuestras ciudades, una geografía de galpones desocupados. Parece que fatalmente, día a día nos vamos transformando en él país que menos quisiéramos ser. ¿Caemos en un pozo sin Fondo? El ánimo de la gente ya compite con la calentura de estos mediodías de diciembre. Busco la vereda de la sombra y una vez más salgo a caminar por estas calles y no encuentro más que miradas turbias. ¿Cuántos conflictos latentes, cuántos problemas urgentes? Como signo emblemático de estos tiempos, algunos jueces le dan la libertad a quien no la merece. En el reino del revés, algunos por falta mérito quedan libres y los que tienen más mérito que nadie están cada vez más presos de la necesidad y la desesperación. Y en el paroxismo de lo inexcusable, pretendiendo purgar diez años en unos cuantos días en una cómoda quinta, como el mito del eterno retorno y con la paciencia de la araña, vuelven oscuros personajes a candidatearse para gobernarnos. Como si Bin Laden quisiera ser alcalde de Nueva York. Sólo ruego que la paciencia de la araña sea derrotada por la memoria de los elefantes. La intemperie es dura y los misiles que yerran en Afganistán caen todos acá. El campo de batalla se agranda cada vez más y ya abarca desde Kabul hasta barrio Las Flores. La humanidad retrocede en el tiempo y vuelve a las cavernas para refugiarse y sobrevivir. Esta vez no hay dinosaurios pero acechan las bombas, los marines y el FMI. ¿Y si cavamos un túnel que nos conecte con el porvenir?
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