 |  | cartas Traición brutal
 | Hay una frase -"Que Dios y la patria me lo demanden"- que refleja la podredumbre y el nivel de decadencia a la cual ha llegado un país. Y digo país porque es más acertado que decir Nación, ya que dicha palabra presupone una sociedad más homogénea, un pueblo unido por sueños, intereses y proyectos comunes, llevados adelante con seriedad, amor y solidaridad y coraje para que todos los integrantes de esa Nación vivan con dignidad. Que progresen y nadie quede atrás y aunque sea un crisol de razas, logre la constante comunión con la tierra que los alberga. Pero somos un país, un trozo de territorio en el cual van y vienen personas que, generación tras generación y a través de un no muy largo camino, desembocaron en la realidad actual del rumbo perdido. Pero esta situación no es culpa en gran parte del pueblo que lo habita, del hombre común, del ciudadano que cumple en su trabajo diario, del que llegado el momento eligió sus dirigentes confiado de su honestidad y capacidad y que hoy, con mucho dolor, se dio cuenta que se equivocó, que fue engañado, subestimado y usado. Nunca pudo imaginar que a través de todos los tiempos y según su turno, esta tierra de los argentinos iba a sufrir de parte de sus representantes, de todos los niveles y sectores, la traición mas brutal que pueda caer en un ser humano. Nunca pudo imaginar que esos señores, por apetencias personales desmedidas, no pudieran sentir asco de su actitud, sabiendo que de esa forma hundían el país de sus hijos, de sus nietos, su país. Nunca pudo imaginar que siendo la Argentina un pueblo de buen nivel intelectual, con sus tradiciones y su cultura particular, gracias a los traidores que lo saquearon desde siempre, hoy es un terreno donde campea la desesperación y la miseria y el sálvese quien pueda. DNI 4.733.083
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