 |  | Editorial Una nueva etapa
 | En sólo cuatro días la Argentina tuvo tres presidentes. La renuncia de Fernando de la Rúa derivada de la peor crisis política, económica y social de la que se tiene memoria originó una rápida reacción del Congreso para salvar el vacío de poder. Fue así que el peronismo tuvo que, otra vez en poco más de una década, asumir la conducción de la Nación por la retirada desordenada del radicalismo. La Argentina tuvo el privilegio de ser conocida esta semana en el mundo entero, ya no por sus cualidades geográficas o deportivas, sino por las imágenes de la gente saqueando supermercados y tirando piedras a la Casa Rosada. La Argentina tuvo el "privilegio" de desplazar informativamente a Afganistán de las tapas de los diarios del planeta. Nadie pudo entender cómo un país con tradición agrícola-ganadera no podía alimentar a sus escasos pobladores en una superficie enorme y fértil. "¿Qué han hecho los argentinos de la Argentina?", se preguntaba el escritor mexicano Carlos Fuentes en una nota publicada el sábado por este diario. La Argentina, que tras la Segunda Guerra Mundial alimentó a millones de europeos hambrientos y también los recibió y les dio trabajo en su territorio, hoy está reducida a la pobreza más extrema. No ha pasado por una guerra civil ni ha luchado contra un enemigo externo. No ha sufrido ningún desastre natural de magnitud. No ha sido bombardeada y destruido su aparato productivo ni su infraestructura comercial. Nada de ello ha ocurrido en este país que, sin embargo, ha quedado sumergido en la peor crisis de su historia política como Nación soberana. Hoy comienza una nueva etapa de la vida institucional del país, salvada de la mejor manera posible para que la salida de la crisis sea lo más rápida posible. Argentina tiene posibilidades de superar este momento en poco tiempo. Como pocas naciones en el mundo cuenta con los recursos naturales y humanos para que la emergencia sea en breve una cuestión del pasado. Ha llegado la hora de, por primera vez en muchos años, cumplir con las declamaciones en torno a la unión nacional y el amor por la Patria. Así, entre todos los argentinos, se podrá revertir esta dramática situación y alcanzarse una vida más digna para toda la población. La salida está en manos de los argentinos. No hay recetas mágicas sin esfuerzo, honestidad y trabajo.
| |
|
|
|
|
 |
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|