Jaqueado por la gravedad de la represión que dejó siete muertos en Buenos Aires, el jefe de la Policía Federal, comisario general Rubén Santos, tuvo que salir ayer a pedir perdón por los excesos cometidos en los incidentes de la Plaza de Mayo, pero sus excusas no alcanzaron y fue abucheado hasta por los legisladores nacionales, que terminaron expulsándolo del Congreso. Y, además, la Justicia le prohibió salir del país a raíz de las denuncias que se radicaron en su contra. Luego de declarar anoche a última hora ante la jueza María Servini de Cubría, Santos aseguró que la fuerza actuó "en forma profesional". Pero ayer pidió "disculpas por los excesos" ante organismos de derechos humanos. Santos, un hombre que salió del área científica de la Policía Federal, fue puesto por la Alianza al frente de la institución con el anunciado fin de dotarla de transparencia. Ante la prensa, Santos reconoció que la jornada de ayer fue "muy dura", pero dejó en manos de la jueza Servini de Cubría la responsabilidad de juzgar si su personal incurrió en excesos.
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