Año CXXXV
 Nº 49.338
Rosario,
sábado  22 de
diciembre de 2001
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Tendencias
El mercado de campos en la mira
Ante la restricción financiera, aumentan las consultas de ahorristas. Por ahora las operaciones son pocas

El interés de los ahorristas por transferir a bienes tangibles los depósitos que quedaron inmovilizados por las restricciones financieras puso al mercado de compra-venta de campos en la mira. Así lo demuestra el aumento de las consultas que registran muchas de la inmobiliarias del ramo, un movimiento que, de todos modos, no se ha traducido aún en un aumento sustancial de operaciones concretas.
"Como consecuencia de las restricciones, hay ahorristas que tratan de volcar sus depósitos a activos tangibles, como autos, casas y también campos; eso provocó un aumento de las consultas, aunque no hay una cantidad de operaciones concretadas que permita pensar en un cambio de tendencia", señaló Emilio Machetti, titular de la inmobiliaria que lleva su nombre.
Juan Carlos Furigo, operador inmobiliario con sede en la ciudad de Pérez, confirmó el aumento de las consultas "que en muchos casos van acompañadas de intenciones firmes para concretar operaciones". Sin embargo, salió a moderar las expectativas en torno de una levantada inmediata del mercado, al señalar que "una tendencia más certera de la situación se tendrá en la medida que vayan venciendo los depósitos que están ahora inmovilizados".
La opinión entre los empresarios del sector es, en rigor, dispar. "Ojalá se moviera algo pero, más allá de comentarios y versiones, acá en la oficina no vienen ni a consultar, señaló la propietaria de una empresa inmobiliaria con sede en Rosario. Lo mismo pasa entre distintos productores consultados por La Capital. Algunos detectan algún movimiento y otros especulan que se trata de un mito creado en el marco de la histeria generada por la inmovilización bancaria.
Para Furigo, el tema va más allá de lo que está ocurriendo ahora y pone el tema en perspectiva. "El campo es hoy por hoy una inversión refugio que además puede competir en rentabilidad, debido a que la tecnología y las transformaciones en la gestión agropecuaria han permitido bajar costos de producción".
Furigo coincidió con Machetti en señalar que las consultas que se realizan por estos días provienen de profesionales y ahorristas particulares que no tienen relación con el campo y que buscan transformar sus imposiciones en activos tangibles.

Más riesgo
"Aún con una rentabilidad más baja que la de un plazo, el aumento del riesgo en el sistema bancario convierte al campo en una opción más segura, de más largo plazo y con menor riesgo de desvalorización que un bien mueble", señaló. Su proyección incluye a "los que sacaron plata al exterior y hoy están recibiendo intereses del 3% anual".
La máxima alcanza, sobre todo, a aquellos inversores cuyos ingresos provienen de otra actividad. Está claro que el sector agropecuario no es ajeno a la crisis y la prueba es que los pequeños y medianos productores son, desde hace ya varios años, netamente vendedores.
Aún así, la ecuación planteada por el empresario tiene su lógica. "Con el avance de la tecnología, la siembra directa, los transgénicos y la profesionalización de muchos productores, los costos han bajado y, a partir de determinada escala, se pueden contratar servicios a terceros (en muchos casos productores que han ampliado su actividad) a valores fijos para poner esa unidad en explotación", señaló Furigo.
El empresario señaló que a diferencia de los años 80, cuando muchos inversores extra sector invertían en campos básicamente a modo de preservar sus activos, entre los que están consultando por estas horas "predominan los que llegan acompañados de un ingeniero agrónomo o un asesor y se interiorizan sobre cómo explotarlos".
El mercado inmobiliario rural tuvo su boom en los años 95/96, cuando la soja peleaba los 300 pesos y proliferaban los fondos de inversión, pools de siembra y grandes compañías que combinaban la explotación intensiva con la especulación en el mercado de tierras. Eran tiempos en que los valores de una hectárea agrícolas en la zona núcleo, llegaba a los 6 mil dólares.
Los precios se pincharon, la crisis se generalizó, el mercado se aquietó y los valores se acomodaron en un nivel de 3.500 a 4 mil pesos en los mejores casos. Los actores pasaron a ser las empresas agropecuarias que pudieron embarcarse en proyectos de ampliación de escala, a través de compras o arrendamientos de tierras.
En el marco de esta transformación también se profesionalizó la gestión de servicios a terceros por parte de los mismos productores. Si la combinación de la crisis con las transformaciones del sector pueden apuntalar una nueva ola de inversión en inmuebles rurales, es aventurado decirlo. Sobre todo, porque precisamente el marco general es la crisis.
Para Machetti, lo que se ve ahora es, en esta zona, "la consulta de particulares por parcelas chicas, el gran inversor quizás esté operando en otro lado, como Entre Ríos o el norte de Santa Fe". Furigo agrega: la mayoría pregunta por campos que no estén a gran distancia de Rosario y dispuestos a invertir en función de su disponibilidad, sin tomar riesgos, ni créditos ni plazos.
Para el empresario, la posibilidad de que detrás de estos movimientos retornen inversiones más grandes al sector está abierta. "Las inversiones en campos provinieron tradicionalmente de cuatro sectores: el agropecuario, en función de la rentabilidad, la industria, como derivación de utilidades, el sector financiero, que busca oportunidades cuando las hay, y los profesionales y comerciantes".
"Hoy se está moviendo el mercado de los profesionales, pero no es de descartar que en el mediano plazo aparezcan algunos de los otros", señaló.



Han aumentado las consultas por compraventa de campos.
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