| | El golpe de gracia: La lobotomía de la pantalla chica
| Silvio M. Valli
"Para competir conmigo hay que operarse el cerebro, no las lolas". Ana María Casanova (a) Moria Casán (Semanario del 18/12). Curiosa declaración de la simiesca diva mediática, tal vez enviando un tiro por elevación a alguna de sus michis colegas, pero que de algún modo alcanzan a otros millones de congéneres de ambos sexos que habitan la Argentina. Por lo menos a 4 millones de televidentes que el lunes 17 del corriente. elevaron el rating de "Videomatch" a ¡40 puntos! (100 mil personas por punto) en su segmento más visto, le dan a Moria cierta impensada razón. Quince minutos duró la entrevista al Oráculo Maradona, para mí un inenjuiciable. Dos golpes contra Inglaterra en 1986, uno con "la mano de Dios" y otro con el pie izquierdo -vistos hasta el hartazgo por TV y relatados por radio y con la convergencia de todas las leyes de física conjuntas, donde lo mágico aportó a lo científico-, no justifican 60 millones destinados a prestarle oídos y visión a un decir tartajeante, contradictorio y delirante. Máxime en un momento en que el cerebro debe estar destinado a otros menesteres más racionales. Mi Outsider Personal, un maradonófilo de la primera hora, me interrumpió -diría, sin una mínima cortesía- para ilustrarme sobre el significado del mito-ídolo popular, que no solamente fueron los dos goles contra los británicos y etcétera, pero fundamentalmente la posibilidad cierta de convertirse en el esperado vicepresidente de todos los argentinos de la mano de un ex presidente partidario del viejo axioma de "no hay dos sin tres". Ah, y no olvide, Don Valli que las mayorías marcan las tendencias y entonces chau, ¡habráse visto! Intenté vanamente explicarle a Out que no es Maradona quien me preocupa sino aquellos que lo han convertido en una fábula que tiene como única realidad la de quienes creen en ella. Atento a lo expresado por el autor de la Ley de Murphy, Arthur Boch, "de no discutir nunca con un idiota (y Out, lo es) porque la genate podría no notar la diferencia", le espeté: "De acuerdo, Out, la estupidez de los otros me irrita, prefiero la mía".
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