El ex comisario bonaerense Juan José Ribelli y su gente "están hasta las manos" en el juicio a la llamada "conexión local" que habría participado en el atentado contra la Amia, afirmó ayer el presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (Daia), José Hercman. En ese contexto, varios testigos criticaron el papel de la policía en los momentos previos y posteriores al atentado.
En un encuentro con la prensa que se realizó en la sede de Pasteur 633, donde hace siete años estalló una bomba que terminó con la vida de 85 personas, Hercman ratificó su convicción acerca de que los veinte imputados que están sentados en el banquillo de los acusados desde el último 24 de septiembre estuvieron vinculados con el ataque a la mutual judía.
"Están hasta las manos", dijo en un tono informal.
"Acá hay una mafia y un pacto de silencio porque Ribelli podría estar libre si dijera que entregó un bien robado (la camioneta Renault Trafic) y contara a quién se lo dio. La gente dice que los acusados son perejiles, pero ellos estuvieron metidos en el ataque. Han sido contratados para realizar esto y sabían que iba a ser para un atentado".
Además, el máximo representante político de la comunidad judía se mostró esperanzado en que la investigación debe seguir adelante para detectar a los que armaron la conexión interna y así algún día llegar a los organizadores internacionales.
"Para recorrer 10 kilómetros hay que empezar por el primer paso. Y en eso estamos", afirmó.
En el juicio
En otro orden, en el marco del juicio a la denominada "conexión local", dos testigos aseguraron ayer que uno de los policías estaba sentado en un café frente a la sede de la Amia, en vez de estar en el patrullero como custodia, mientras que un vecino aseguró que tras el estallido le "vaciaron" el departamento y lo único que le quedó fue el colchón.
En una nueva audiencia del proceso oral y público, Ismael Ernesto Noceti aseguró que no estaba en su casa cuando estalló la bomba el 18 de julio de 1994 y aclaró que recién regresó al lugar 20 días después.
"Me habían robado todo. La plata, la ropa... lo único que quedaba era el colchón. Y encima cuando fui a la comisaría 5ª a hacer la denuncia, no me la aceptaron", dijo.
"Eramos un montón a los que nos pasó lo mismo", sostuvo en una nueva acusación de hurto calamitoso que pidieron que se investigue.
Por su parte, Silvio Duniec, el comerciante más antiguo de la cuadra -según se autodenominó- contó que estaba en un bar charlando con un amigo cuando explotó la bomba aquella mañana.
Su testimonio dejó dos puntos esclarecedores: primero, dijo que su amigo -fallecido el año pasado- le contó que antes de llegar al bar se apoyó en el volquete y "estaba vacío".
En segundo lugar, aseguró que vio a uno de los policías que debían estar en el patrullero sentado en una de las mesas del bar.
Antenoche, otra testigo, moza del café, también había dicho que el efectivo estaba tomando un mate cocido en el interior del local.