Año CXXXV
 Nº 49.333
Rosario,
lunes  17 de
diciembre de 2001
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Violento asalto en el desenlace de una cena por el fin de año
Balean a un hombre y desvalijan a un grupo de amigos en una despedida
Ocurrió la madrugada de ayer en una vivienda del barrio de Fisherton. Dos ladrones se alzaron con todas las pertenencias de los comensales tras dispararle un balazo en la pierna al padre del anfitrión

Eduardo Caniglia

La cena de un grupo de amigos para despedir el año estaba llegando a su fin. Los comensales ya se disponían a dejar la casa de Fisherton donde se habían reunido para despedir el 2001 cuando el estruendo de un disparo los sacudió. Apenas pudieron atravesar la puerta del garaje donde se desarrollaba la fiesta para ver que había sucedido cuando vieron que uno de los asistentes estaba inmóvil, con una herida sangrante en su pierna. Frente a él había dos hombres armados que rápidamente irrumpieron en el lugar y después de intimidar a los participantes de la fiesta los desvalijaron.
El suceso ocurrió cerca cerca de la 1.30 de ayer en una lujosa casa de Donado 1138 bis. Su propietario, Roberto Omar Goldín, de 48 años, es un canillita que hace dos décadas tiene su puesto de venta en Ayala Gauna 7879, en el corazón del barrio 7 de Septiembre. Su esposa, Angela Faccendini, también está al frente de un quiosco de diarios y revistas en bulevar Argentino y Sarratea, en Fisherton.
Desde hace algunos días, el comerciante y su esposa venían organizando una despedida de año en su vivienda junto a un grupo de amigos. La reunión se concretó la noche del sábado y luego de cenar en un garaje ubicado en la parte posterior del inmueble, los comensales se aprestaban para regresar a sus casas. Pero lo que era una despedida terminó en un violento asalto del cual nadie se salvó.

Camino a casa
El padre de Goldín, de 73 años, se encaminaba a su vivienda -lindante con la de su hijo- pero apenas pudo recorrer unos metros por el jardín arbolado de la casa cuando un balazo en la pierna izquierda lo paralizó. Detrás de él, dos hombres jóvenes y armados avanzaron y cuando Roberto los vio no tuvo tiempo tiempo de reaccionar: uno de ellos le colocó un arma en el pecho. "Yo pensé que eran mis empleados que venían a buscar los diarios, pero enseguida me di cuenta de que no podía ser porque era muy temprano. Salí y escuché un ruido, pero creí que podía ser un petardo", comentó Goldín.
Aunque pocos segundos después, el canillita se percató de que al padre lo habían baleado sin que el hombre se resistiera al atraco. "Le pegaron un tiro alevosamente sin decirle nada, pero por suerte pudo mantenerse en pie y no cayó al suelo".
Cuando uno de los intrusos estuvo frente al hombre herido, lo encañonó con un revólver y le ordenó que regresara al garaje. Allí estaban las siete parejas amigas de Roberto y de Angela que ni siquiera tuvieron tiempo de pararse. El canillita apenas pudo hacerle un torniquete con una camisa a su padre para que la herida que tenía debajo de la rodilla de la pierna derecha "dejara de sangrar" porque enseguida los maleantes impartieron una orden precisa: "saquense los anillos y los relojes", dijeron.
Enseguida los dos ladrones comenzaron con su trabajo. Mientras uno de los maleantes apuntaba con el arma a las víctimas, el otro, "que estaba muy nervioso", se dedicó a apoderarse de anillos, cadenas de oro y el dinero en efectivo que tenían los comensales en sus bolsillos.
No contentos con el botín, antes de irse los delincuentes ingresaron en la casa donde se apoderaron de 200 pesos de Goldín y la cartera de una de las invitadas, con algunos cheques y un teléfono celular en su interior. "Se llevaron hasta los paquetes de cigarrillos. Incluso uno de ellos miró una botella vacía de vermut para ver si tenía algo", explicó Roberto.
Tras ello, los dos ladrones abandonaron la casa y Roberto apenas pudo ver sus siluetas cuando doblaron a "la derecha" y se esfumaron. Entonces, recién el canillita pudo llamar a una ambulancia de una empresa de emergencias privada que trasladó a su padre al Pami II, donde anoche permanecía internado, aunque su estado no revestía gravedad.
Ayer al mediodía, Roberto reconocía que "la sensación de inseguridad que transmiten los noticieros" la vivió en "carne propia", aunque reconoció que es el primer asalto que sufrió desde que llegó al barrio 17 años atrás. "Fue un susto grande, pero por suerte no pasó nada grave", concluyó el hombre en diálogo con este diario.



Goldín se repone del balazo que recibió en la pierna.
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